Sanando las heridas del alma a través de hongos
Las adaptaciones de videojuegos (salvo raras acepciones) siempre estuvieron signadas por la tragedia. Mientras la jugabilidad y la sensación de inmersión convoca a millones, trasladar eso a lo audiovisual siempre fue un desafío. Pero ¿que pasaría si fusionas una historia con monstruos, personajes tridimensionales y un showrunner de calidad? Pasen (haciendo silencio, por los chasqueadores) a conocer The Last of Us.
¿De qué va?
La serie contará lo que sucede veinte años después de que la civilización moderna fuera destruida. Joel (Pedro Pascal), un experimentado superviviente, es contratado para sacar de contrabando a Ellie (Bella Ramsey) -una niña de 14 años- de una opresiva zona de cuarentena. Lo que comienza como un pequeño trabajo, pronto se convertirá en un viaje brutal y desgarrador, ya que ambos deberán atravesar EEUU dependiendo el uno del otro para sobrevivir.
The Last of Us es una rara avis. Tiene todas las características de un shooter/survival en tercera persona, pero lo que lo hizo gigante como videojuego fue su historia y por sobre todas las cosas sus personajes. Joel y Ellie se convierten en parte de tu mundo, los ves atravesar durante cuatro estaciones un país que se parece a Estados Unidos, pero que es diferente. El fin del mundo llegó, pero solo nos importan ellos dos.
Está claro que el formato ideal para contar esta historia (fuera de la consola) era la miniserie/serie, pero tan importante como eso es la famosa «visión»; el showrunner que va a ponerse al hombro las reglas generales de la historia, su tono, sus actores, actrices y su estética. Cual maridaje de pizza y cerveza, el responsable de la tarea fue Craig Mazin, el mismo de la miniserie Chernobyl; sus paletas con tendencia a los verdes y el escaso contraste, más su foco en la interrelación entre personajes le caen como anillo al dedo a esta adaptación. Además, el creador del juego Neil Druckmann también mete la cuchara como productor ejecutivo para conservar la esencia de su bebé.
Sony viene intentando calar profundo en el mundillo audiovisual con sus videojuegos, ya lo hizo con Uncharted, y lo hará con God of War. Sin embargo en un mundo que mira retiscentemente las adaptaciones, cada decisión debe ser precisa. Así enfrentaron el primer desafío: elegir a la pareja protagonista.
Pedro Pascal (Game of Thrones, The Mandalorian, WW84) se pone el saco de Joel, un personaje complejo y oscuro que debe ir quitándose los callos sobre el alma, producto de un pasado doloroso e imposible de olvidar. Quien lo interprete debe ser peligroso, pero a la vez sensible y atento. La profundidad de la actuación determina el éxito o no de la historia. ¿Y qué vamos a decir ya de este buen hombre que no se haya dicho? Empático y querible, de repente tira una mirada oscura y te haces encima… la elección perfecta, en modo sugar daddy entrado en años que provoca aplausos en todas las plateas.
Bella Ramsey (Game of Thrones, Catherine Called Birdy) deslumbró al fandom con su Lyanna Mormont en GoT y su elección para Ellie es lo más cercano a la perfección. La posible salvadora del mundo es una sobreviviente, pero de esas que no sienten culpa y tienen la capacidad de seguir maravillándose con un mundo que se vuelve más y más oscuro a medida que pasan los minutos. Puede defender a sus compañeros de viaje o asesinar a quienes la quieren lastimar en un instante, y luego quedar boquiabierta al conocer una jirafa. Bella logra eso y más.
Tanto hincapié en los personajes responde a lo propio de este proyecto. Sí, el mundo se fue al garete por culpa de un hongo que convierte a las personas en zombies para que sigan contagiando y propagándose. Como todo videojuego, el tipo de contagio va a generar diferentes tipos de «bichos» que requieren diferentes estrategias. A nivel general, lo ideal es no cruzarse jamás con ninguno.
Además, existen zonas que requieren el uso de máscaras porque el aire está plagado de hongos y llevan a la muerte y el control subsiguiente.
¿Suena como si fuesen zombies pero con otro orígen? Bueno, si. Pero además, esta red neuronal fúngica (les invito a leer más sobre hongos, porque es fascinante) requiere ambientes húmedos para subsistir, entonces en un rango de 20 años en que tomaron el mundo éste comienza a parecerse a una selva gigantesca.
Pero como en todo mundo post-apocalíptico, los más malos siempre van a ser los humanos sobrevivientes. Y hay de todo: rebeldes, asesinos, caníbales, o simplemente gente que quiere seguir viviendo su vida como si existiese una normalidad.
La primera temporada de 9 episodios adapta todo el primer juego (incluso con atisbos de Left Behind, el DLC con la historia previa de Ellie), lo hace respetando a rajatabla el material original. A veces, de forma demasiado literal.
Sí, quienes amamos el juego esperábamos un respeto superior, pero al tener muchas cinemáticas, la experiencia en The Last of Us como juego termina siendo bastante similar a una película interactiva. La serie adapta casi todo lo cinemático y poco de lo jugable (salvo algunos jefes villanos), dando una sensación demasiado parecida. También al no meterse tanto con lo jugable, se extrañan mas las situaciones de tensión, supervivencia o disparos a mansalva, todo lo que construimos es la relación entre Joel y Ellie, mientras recorren Estados Unidos.
¿Hay bichos, tiros y cosha golda? Pero por supuesto, pero en una medida muy inferior a la que quien escribe esperaba. ¿Es algo malo? En lo absoluto, es tan espectacular el crecimiento de los personajes que uno quiere que sobrevivan y lleguen a su objetivo.
Lo único que aún no defino es si me gustó o no el tercer episodio. Cuando lo vean, esperaré sus opiniones. Mientras, espero con ahínco que se confirme una segunda temporada que adapte el segundo videojuego y nos termine de romper el corazón a aquellos y aquellas que sabemos lo que ocurre.
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