El justiciero: Capítulo final – El retiro del campeón

por | 12-10-2023 | Cine, Reseñas | 0 Comentarios

Denzel Washington y Antoine Fuqua cierran la trilogía del justiciero ecualizador

La gerontofobia es un miedo bastante común en sociedades capitalistas, llegando un punto de la vida pareciese que no es posible más que quedarse sentado en la casa esperando que llegue el momento de partir. ¿Cuántos héroes mayores de edad conocen? Con la irrupción de Liam Neeson en el cine de acción o con la saga de Los Indestructibles (The Expendables) -y el regreso de viejas leyendas del cine para seguir noqueando villanos a pesar de la edad- cambió la tendencia, y también con la figura de El Justiciero.

¿De qué va?

Desde que renunció a su vida como asesino del gobierno, Robert McCall (Denzel Washington) ha luchado por reconciliarse con las horribles cosas que hizo en el pasado y encuentra un extraño consuelo en servir a la justicia en nombre de los oprimidos. Encontrándose sorpresivamente en su casa en el sur de Italia, descubre que sus nuevos amigos están bajo el control de los jefes del crimen local. Cuando los acontecimientos se tornan mortales, McCall sabe lo que tiene que hacer: convertirse en el protector de sus amigos enfrentándose a la mafia.

De la pantalla chica a la grande

The Equalizer (El Justiciero) fue una serie televisada en Estados Unidos entre 1985 y 1959 dividida en cuatro temporadas. El papel de Robert McCall lo llevaba adelante el actor británico Edward Woodward, reconocido por ser protagonista del clásico del terror El hombre de mimbre (The Wicker Man, 1973). En esta iteración es un ex agente del Servicio de Inteligencia Británico retirado y jubilado que oficiaba de “vigilante” a quien precisara de sus servicios.

Con un aviso en el diario para convocarlo ante adversidades, aparecía en su Jaguar XJ6 Serie III negro para resolver las situaciones. Si no podía solo, convocaba a otros ex agentes. Sus honorarios eran nulos, y entre los datos de color de la serie encontramos que quien interpretó a Scott, uno de sus hijos perdidos fue William Zabka el verdadero Karate Kid. 

A raíz del éxito de la adaptación cinematográfica se estrenó una nueva serie que ya tiene varias temporadas, pero protagonizada por Queen Latifah en una suerte de adaptación de la adaptación que rompe el espacio tiempo.

El padre de la criatura

Llevar adelante esta adaptación a los tiempos modernos requería alguien que conociese de la acción, la violencia y sobre todo… la calle. Allí es donde aparece Antoine Fuqua.

El director estadounidense comenzó su carrera -al igual que David Fincher– dirigiendo videos musicales. Su estilo más basado en lo visual lo llevó a dirigir una película de acción desenfrenada y exagerada como primer paso: Asesinos sustitutos (The Replacement Killers, 1998). Pero su momento de mayor reconocimiento, lo logró en 2001 con Día de entrenamiento (Training Day), protagonizada por Denzel Washington y Ethan Hawke. Esta fue la primera colaboración entre Fuqua y el renombrado actor que interpretó a un policía corrupto que debe entrenar a un discípulo en las fuerzas.

Antes de comenzar con la saga de El Justiciero, Antoine Fuqua tuvo dos películas con algo en común: el presidente de los Estados Unidos. Tirador (Shooter, 2007) con Mark Wahlberg, una historia sobre un francotirador retirado, que le ofrecen proteger al presidente ante un eventual atentado, alguien le dispara al primer mandatario y lo culpan. En Olimpo bajo fuego (Olympus Has Fallen, 2013) conocemos a Mike Banning (Gerald Butler), un ex agente del Servicio Secreto Presidencial que debe rescatar al presidente dentro de Washington. 

Luego de esto llegó el momento de retornar a Denzel Washington.

Un nuevo justiciero

Ya nadie duda del carácter de leyenda que el actor Denzel Washington ha adquirido. Reconocido por sus papeles de persona dura y oscura, pero con una sonrisa larga y ampulosa, ha sabido acomodarse a diferentes géneros sin perder por ello su lugar ganado en la industria.

Robert McCall comienza su recorrido en Boston. Allí lo vemos refugiado, desconociendo su pasado e intentando cumplir la promesa realizada a su difunta esposa (algo que lo linkea directamente con el John Wick de Keanu Reeves). Ha logrado reconvertirse y dejar atrás un tiempo como ex agente del gobierno.

El otro aspecto tiene que ver con un trastorno obsesivo compulsivo (TOC) que lo lleva a querer controlar los diversos escenarios en su cabeza y a medir todo con segundos de exactitud. Este elemento de su personalidad le da carnadura y tridimensionalidad, y permite también explotar las capacidades actorales de Washington.

El otro elemento importante son sus amistades, representadas en Brian y Susan Plummer (Bill Pullman y Melissa Leo respectivamente) que van a tener injerencia en las tres películas directa e indirectamente. El gesto adusto, la simpleza en sus estructuras discursivas y las miradas penetrantes se potencian por la interpretación de Denzel y cómo cambia su forma de ser frente a sus amigos.

El fin del camino

La primera y segunda película actúan como una suerte de gran estructura, incluso podrían haber funcionado sin la necesidad de una tercera parte. Mientras que en El justiciero (The Equalizer, 2014) veíamos cómo se modificaba su mundo y volvía a tomar las armas, en El justiciero 2 (The Equalizer 2, 2018) lo veíamos en un nuevo lugar acostumbrándose a su realidad.

Esta segunda parte trae el establecimiento del personaje, que manejando un Lyft (algo así como Uber) va escuchando las historias de los pasajeros para encontrar a quien ayudar; además de descubrir lo complicado de escapar de una historia personal tan arraigada a la violencia y la muerte.

La tercera parte funciona como una coda, un epílogo, un cuarto acto… el “Last Dance” de Robert McCall. La historia comienza con él enfrentando a europeos en Italia, recibiendo un gran daño y quedando al borde de la muerte. Lo rescatan y lo ponen a cuidado en el sur de Italia, sin conocerlo. Pero la oscuridad siempre regresa, y el justiciero deberá proteger a su nueva comunidad de la mafia.

El vengador cansino

Robert McCall está cansado. Cree haber encontrado su lugar, se encuentra físicamente herido y algo hastiado por la situación. Pero en ese espacio, parece estar el paraíso prometido.

Pero no olvida lo que hizo iniciar este viaje, el ataque del principio se enlaza con una red que une Oriente con Europa y de la que no puede hacerse cargo solo por lo que contacta a Emma Collins (Dakota Fanning) una agente del gobierno que se encarga de inteligencia.

La película se toma mucho tiempo en mostrar el nuevo estado de bienestar del protagonista, y el mundo prometido… una alegoría quizás a la tierra prometida que tanto tarda en llegar, y cuando sucede ya estás en el final del recorrido. Ese andar lastimado y cansino también se impregna en el celuloide, que parece estirar todo para llegar a la cantidad de minutos para completar un largometraje sin demasiado contenido.

Todo se podría resumir en un mediometraje de 30 minutos.

Y esa situación también repercute en la acción: las secuencias son interesantes y tienen buenos momentos de tiros y peleas, pero son tan sorpresivas como un petardo que surge de la nada y te hace saltar. No hay construcción de progresividad: de repente Robert no puede ni caminar y luego está haciéndose cargo de siete maleantes al mismo tiempo. Tampoco las decisiones de los villanos son demasiado claras o verosímiles.

El justiciero: Capítulo final oficia de despedida, funciona mejor si se piensa como un todo en lugar de una película en sí misma. La presencia de Denzel Washington siempre suma, a pesar de no contar con el crecimiento narrativo que un personaje así requiere, y la conexión con las dos partes anteriores es bastante arbitraria. Puede considerarse un buen plan de domingo con lluvia y masitas.

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Elian Aguilar
Escritor, cineasta, fanático de los comics, las peliculas y las series. Geek desde temprana edad, cuando descubrí que los kryptonianos podían morir y que existía la alegría a 24 fotogramas por segundo. Coleccionista acérrimo que no mide el espacio de sus colecciones. La revista Cine Fantástico y Bizarro me hace feliz y el Festival de Cine de Género Buenos Aires Rojo Sangre es mi lugar en el mundo.

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