El Ouroboro de nuestra sociedad
Darren Aronofsky vuelve a las salas de cine, pero lo hace con un espíritu urbano más cercano a Pi que a lo que siguió en su cinematografía. Un hombre que sigue siendo un niño asustado, una falta de timing total y una Nueva York de finales de los noventas en Atrapado Robando.
¿De qué va?
Hank Thompson (Austin Butler) era un fenómeno del béisbol en el colegio, que ya no puede jugar, pero en todo lo demás le va bien. Tiene una novia estupenda (Zoë Kravitz), es camarero en un bar de mala muerte de Nueva York y su equipo favorito está de racha. Cuando su vecino punk-rock Russ (Matt Smith) le pide que le cuide a su gato durante algunos días, Hank se ve de repente atrapado en medio de un grupo de peligrosos gángsters. Todos quieren algo de él; el problema es que él no sabe qué.
El director Aronofsky, recibido en experto en drama golpebajero con The Whale, decide apostar por el pasado y nos lleva a un crudo tour de force de un hombre superado por situaciones que no puede controlar ni entender. Todo, ambientado en una Nueva York de finales de los noventa sin celulares ni tanto control.

En Atrapado Robando, todo se siente fuera de época. No sólo por el momento histórico (que apoya con un gran trabajo de arte y vestuario) sino en cuestiones estilísticas y de tono. La crudeza en las situaciones, la cámara sucia y urbana, casi documental, y la violencia sin tanto pedido de permiso, la vuelven prima hermana del cine menos aséptico que se conseguía en VHS durante esos años.
Ya desde el arranque, cuando somos testigos de una escena de sexo entre el protagonista Hank (Austin Butler) y su pareja (Zoë Kravitz), sentimos que algo no encaja con la pacatería del cine actual. Esa secuencia abraza más la estética de los thrillers eróticos de fin de siglo pasado, mucho más visceral.

La película sigue la estructura del camino del héroe, pero de manera accidental. Y ahí aparece la primera alarma: el personaje no toma el control de lo que sucede hasta el tercer acto. La volatilidad de las situaciones y el desorden en el que se convierte su vida nos hace desear que algo se active, esperando a los grandes héroes cinematográficos herederos de Ronald Reagan.
Y hablando del protagonista, el único desacierto en un reparto repleto de estrellas parece ser el de Butler. Nadie duda de su capacidad luego de lo logrado con su Elvis, pero el constante beboteo y la repitencia facial ante recuerdos repetidos, lo colocan muy por detrás del resto de las bestias cinematográficas. Parece un adolescente queriendo formar parte de la mesa de los grandes en una cena navideña.

Ante esto se antepone una caterva de nombres que emocionan al escucharlos: Regina King, Zoë Kravitz, Matt Smith, Liev Schreiber, Vincent D’Onofrio, entre otros, forman una suerte de red de contención para darle verosimilitud al relato de Darren, y así evitar la sangría interpretativa de su protagonista. Quizás Bad Bunny sea el que más se encuentre en el registro de Austin, al borde de la sobreactuación y sin tantos matices.
Los policías son todos corruptos, los judíos son asesinos y están en guerra con los rusos, los ucranianos son estúpidos y los jóvenes punk son todos idiotas. Esta singular forma de retratar este mundo no sería posible ambientada al día de hoy, hasta puede ser cancelada al leerse en este párrafo. Aronofsky parece entender y jugar con eso, restándole seriedad y aportando desde lo realizativo para no detenernos en esa lectura.

La violencia por la violencia, cómo forma de sobrevivir, cómo estado de sitio de la existencia. Las drogas, el sexo y el alcohol como vehículos de escape. El dinero como motor de las acciones. La indiferencia ante el dolor ajeno como parámetro de la sociedad. Un retrato de un tiempo pasado que se asemeja demasiado al presente.
Atrapado Robando podría haber aparecido en la televisión hace algunas décadas, con nuestros padres tapándonos los ojos cuando aparecía alguna mujer desnuda. Pero nadie nos tapaba en las golpizas, los disparos, en la gente aspirando coca, o en una discusión filosófica sobre «saber perdonar que asesiné a un ser querido tuyo, para que puedas bajarte del auto».
Y quizás hoy somos lo que somos por esa experiencia. Y quizás Darren Aronofsky lo sabe. O quizás sólo estoy sobreanalizando, y recomiendo que la vean porque tiene un gatito, y no se preocupen… él sí llega al final.


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