Los espíritus se divierten
A menudo las narrativas no occidentales permiten interpelar a quien consume un género reconocido de manera bastante diferente a las habituales. Cómo ocurrió hace casi veinte años con el J-Horror, Oriente sigue guiando los nuevos caminos del terror en La Medium.
¿De qué va?
En Isan, Tailandia, una chamana se da cuenta de que su sobrina ha sido poseída. Debido a sus comportamientos extraños, la familia decide buscar a alguien que pueda liberarla, pero durante el camino se enfrentan a todo tipo de horrores y eventos sobrenaturales.
La película se presenta en forma de material encontrado (cómo en The Blair Witch Project), basándose en videos de un grupo de documentalistas tailandeses que viajan a la parte noreste del país, Isan, quienes quieren contar «una historia del chamanismo en Tailandia». En esta localidad rural, registrarán la vida cotidiana de una médium espiritual de la localidad, Nim Tonvali, quien relata estar poseída por el espíritu de la Diosa Bayan, una deidad local a la que los aldeanos rinden culto e invocan en rituales de protección. En su entrevista, ella cuenta que Bayan es una deidad ancestral y que, durante generaciones, ha poseído a las mujeres de su familia, como su abuela. Tras el fallecimiento de la abuela, Nim relata que el espíritu de Bayan se trasladó a su tía y luego a su hermana, Noi. Sin embargo, Noi no quiso ser médium y se convirtió al cristianismo. El espíritu de Bayan se trasladó entonces a Nim y ha estado con ella desde entonces.
Lo que podría ser una historia de esta mujer vira hacia una de las pequeñas de la familia, que comienza a exteriorizar signos que podrían significar la llegada de la transición de Bayan de una fémina de la familia por otra.
Así comienza un viaje que primero se parece mucho a un drama familiar con cierta extrañeza, que apela a los usos y costumbres de una sociedad muy diferente a la nuestra, y que podría configurarse más como un documental que como «una de terror». Pero la oscuridad que acecha comienza a tomar fuerza y relevancia…
Cómo me comentaba una amiga, La Medium, es una muestra de cómo los camarógrafos son los escuderos más fieles de las narraciones. A pesar de registrar sangrados, golpes, gritos, vómitos… ellos nunca dejan de grabar, logrando bellos encuadres que harían las delicias de cualquier cinéfilo. Si uno puede saltar el tiburón al respecto de esto, la sensación de estar viviendo algo (parecido a lo) real ayuda a que los escalofríos tengan más potencia.
Los personajes son tridimensionales, y lo que les sucede se encarna con más facilidad. No hay superhéroes o doctrinarios de lo que está bien o mal. Simplemente estamos frente a personas creyentes, a las que lo que conocen desde lo esotérico se está comportando de manera extraña.
También hay una suerte de disputa de poder entre el cristianismo y las religiones orientales más antiguas. Cada una con sus dogmas y costumbres.
Sin embargo, a pesar de buscar establecer cierto respeto de facto, algunas maneras de afrontar lo que se muestra desde la otredad, terminan parodiando la cuestión y restándole cimientos al relato.
¿Su gran problema? La duración. La película en lugar de ir con la opción tripartita del relato aristotélico, termina en una híbrido con cuatro / cinco actos, que terminan agotando y bajando la potencia de los grandes momentos.
La Medium es una muestra de que se pueden contar otras historias de horror, fuera del maniqueísmo de Occidente / Oriente se busca apelar a centrar el relato en la familia y luego ir consumiendo y ennegreciendo desde el centro. Y aunque le quitásemos el artificio del found footage, aún funcionaría por tener una base sólida.
El género está más vivo que nunca, aunque se necesite una Medium que conecte con él.
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