Resistencia: guerra de guerrillas en clave ciencia ficción contra la I.A.

por | 28-09-2023 | Cine, Reseñas | 0 Comentarios

El futuro de la Inteligencia Artificial llegó hace rato

La ciencia ficción es tanto entretenimiento como fotografía de su época, cómo le sucedió en la literatura a Julio Verne, Isaac Asimov, H. G. Wells, Robert A. Heinlein o Margaret Atwood adelantarse a la época puede ser premonitorio o quedar en ridículo. La dificultad de contar el futuro desde el pasado. En cine eso fue más complejo, ya que hasta hace algunos años la posibilidad de contar historias que ocurran en el futuro tenía el inconveniente de la tecnología.  Pero eso ya pasó. Y el estreno de Resistencia lo demuestra. Hoy con las nuevas técnicas e instrumentos para la edición, y con la ayuda de la Inteligencia Artificial (a partir de ahora la llamaremos IA) deja servida la situación para escupir los miedos de la época a una pantalla gigante.

¿De qué va?

Resistencia, transporta a la audiencia a un futuro cercano en el que la raza humana está en guerra con un adversario como ningún otro: la Inteligencia Artificial (IA). En la historia, Joshua (John David Washington), un endurecido exagente de las fuerzas especiales que lamenta la desaparición de su esposa (Gemma Chan) es reclutado para cazar y matar al Creador, el esquivo arquitecto de la IA avanzada que ha desarrollado un arma misteriosa con el poder de poner fin a la guerra y a la humanidad misma.

La ciencia ficción y el terror a algo más

Hubo momentos de la corta historia del cine en donde la ciencia ficción se regocijó en el espectáculo y en contar historias “más-grandes-que-la-vida”, separándola de su veta de comunicación social y lo que supura de ella. En la década de los ochentas, todo era colores y aventura. Pero claro, todo el cine atravesaba eso por el momento político.

En los cincuentas y sesentas, el cine de ciencia ficción era el escaparate para hablar de los miedos de una época regida por las listas rojas y el macartismo. Los aliens (sin la necesidad de ninguna espectacularidad gráfica interespacial) eran una vasija en donde guardar el terror a los diferentes. La invasión de los usurpadores de cuerpos (Invasion of the Body Snatchers, 1956), El día que paralizaron la Tierra (The Day the Earth Stood Still, 1951) o La guerra de los mundos (The War of the Worlds, 1953) son algunos ejemplos. La simpleza de contar el presente desde el futuro.

Los aliens nunca son bondadosos. Sólo vienen a conquistar.

En los setentas, la ciencia ficción comenzó a temerle a un futuro en el que la sociedad va a autodestruirse, y ya el hombre no espera su final sino que va a buscarlo. Alien, el octavo pasajero (Alien, 1979), La conquista del planeta de los simios (Battle for the Planet of the Apes, 1973), La naranja mecánica (A Clockwork Orange, 1971), La fuga de Logan (Logan’s Run, 1976) o El amanecer de los muertos vivos (Dawn of the Dead, 1978) son diversos ejemplos de cómo la ciencia ficción -mezclada con otros géneros, ya postmodernismo- comenzó a temer por el futuro de la propia sociedad.

Los aliens siguen siendo malos, pero la sociedad también paga por sus decisiones.

En los ochentas, el entretenimiento copó las salas con la saga de Star Wars, o las películas de Spielberg; pero igualmente existieron maneras de criticar lo que viene: Blade Runner (1982), RoboCop (1987), Escape de NY (Escape from New York, 1981), Sobreviven (They Live, 1988) o Cuerpos invadidos (Videodrome, 1983) buscaban colar un mensaje entre tanta muestra visual.

El uso de los efectos visuales y el CGI comenzaron a barnizar de superficialidad el cine de ciencia ficción. Ya no importaba tanto el mensaje sino que tan bien se veía lo que los directores imaginaban.

Los intentos de los noventas con su impronta punk y sus malos efectos (en plena ebullición y experimentación), y el cine post 2001 con su paranoia repetida de los sesenta tampoco aportaron mucho. Se puede desprender Matrix (1999) y alguna gema más, pero parecían más intentos personalistas y no parte de un corpus.

El motor siempre fue el mismo: el miedo a lo que viene.

En la búsqueda de un enemigo

Los extraterrestres son simples de encarar, son más inteligentes, más evolucionados, tienen mejor tecnología y su búsqueda es simple: conquistar o destruir. Puede cambiar el modelo, el tipo de estrategia o el tiempo del plan… pero todo es más simple.

A medida que la sociedad avanza, los miedos también lo hacen. Evolucionamos tanto con lo positivo cómo con lo negativo: estamos hiperconectados, sobreinformados, pero también en islas de información separadas, con sesgos de confirmación que nos limitan, y con una guerra nuclear a días de explotar.

¿Y si ahora el enemigo somos nosotros mismos? ¿Cómo contar ese miedo primitivo que tiene la sociedad? La respuesta es simple: la Inteligencia Artificial.

Enemiga declarada de Hollywood en la actualidad, que llevó a una de las huelgas más grandes de su historia; no deja de evolucionar y mostrar la complejidad de cada una de sus aristas, no importa si tu búsqueda es la de evitarte escribir un trabajo para la escuela, crear una imagen simplemente escribiendo lo que buscas, o jugar un juego para ver como te vas a ver de anciano… la dura realidad es que como sociedad dejamos de narrarnos por primera vez, y un código binario lo está comenzando a hacer por nosotros.

Por día se editan incontables libros escritos por IA, tantos que Amazon tuvo que reducir la cantidad de auto-ediciones diarias; cada vez salen más situaciones que ponen en alerta a los jugadores más importantes del mercado con implicancias que no tenían en la mira, este pequeño Tamagotchi que comenzamos a alimentar hace poco se está convirtiendo en Godzilla a una velocidad apabullante.

Ahora el enemigo es claro, el tema es cómo contar esa historia.

La Resistencia de la humanidad

El director Gareth Edwards ama la ciencia ficción, su primer trabajo fue una película para televisión contando el fin del mundo. Se hizo conocido con Monstruos – zona infectada (Monsters, 2010), se posicionó como referente con la remake de Godzilla (2014) y devolvió a Star Wars a un lugar de orgullo con Rogue One. Una historia de Star Wars (Rogue One, 2016).

Ya sean monstruos, naves espaciales o momentos cataclísmicos, Edwards tiene pulso para llevarlos a cabo.

En Resistencia (The Creator), su nuevo largometraje, vuelve a dar en el clavo. En medio de una guerra futura entre la raza humana y las fuerzas de la inteligencia artificial (IA), Joshua (John David Washington), un exagente de las fuerzas especiales, en duelo por la desaparición de su esposa (Gemma Chan), es reclutado para cazar y matar al Creador, el escurridizo arquitecto de la IA avanzada que ha desarrollado una misteriosa arma con el poder de acabar con la guerra. Joshua y un equipo de agentes de élite atraviesan las líneas enemigas y se adentran en el oscuro corazón del territorio ocupado por la IA… sólo para descubrir que el arma que debe destruir tiene forma de niño.

Todo arranca con un falso documental con la historia hasta el momento, y se siente como volver a ver los primeros dos cortometrajes de esa gema llamada Animatrix (2003); la humanidad crea a la IA, se aprovecha de ella, ésta crece y finalmente toma una decisión: estallar una bomba nuclear en Estados Unidos. Mientras esta región lastimada decide abolir el uso de robots, IA y una mezcla de humanoides robotizados; Asia se convierte en la región a favor de estos cibernéticos seres.

No hay petróleo, pero hay que exterminar a todos en Asia.

Para ellos Estados Unidos tiene un satélite con una capacidad destructiva sin precedentes, que sólo tiene un punto débil: el arma creada por la IA.

Contar – Emocionar – Sorprender

Resistencia es un viaje de emociones, es la eterna lucha de la humanidad con sus luces y sombras, con los centros de poder, con la mentira de algunos y la empatía de otros. Todo aderezado con un guión de más de dos horas que no aburre y unos efectos visuales de una calidad altísima.

No se detiene en los espejos de colores, usa cada uno de los elementos del relato para contar lo que quiere contar. Es una historia de redención, de abrirse al hecho de saberse ignorante, de espionaje y guerra. Incluso, como si fuese un relato oriental, lo separa en actos.

En sus momentos bélicos recuerda a Rogue One, pero también a Apocalipsis ahora (Apocalypse Now, 1979). Los buenos y los malos se definen por quien cuenta, no existe una verdad absoluta: como pasa en las guerras, todos pierden.

Llega a emocionar y tocar fibras sensibles cuando quiere, y nos deja una desazón enorme ante las pérdidas. Porque si algo sabe Gareth Edwards es que en una guerra nadie tiene asegurado llegar al fin del relato… ¿o acaso no recuerdan Rogue One?

Y acá reside uno de los pocos problemas de la cinta. Resistencia tiene muchos puntos en común con Rogue One, en su estructura, en algunos personajes y en el desarrollo de ciertas situaciones; y también con Ex-Máquina (Ex Machina, 2014) de Alex Garland, otro director de renombre en la ciencia ficción hoy. La manera y las motivaciones de la IA recuerdan ese juego de medias verdades que nos hacen pensar “¿no era más directo esto?”.

Eso no le quita mérito. Estamos ante una obra que es tanto espectáculo como crítica sociopolítica, que se sumerge en los personajes y sus motivaciones, sus miedos y sus egos pero sin olvidar las naves espaciales, los fuegos artificiales y los momentos de acción. Con un espíritu que recuerda mucho a la serie de ciencia ficción Battlestar Galactica (2004) no permite hundirse en la cuestión filosófica, las preguntas van surgiendo naturalmente entre artificio y artificio.

Esperemos que ayude a pensar cada vez que alimentamos a la IA con nuestros datos, nuestros miedos, nuestra cultura. Quizás la Resistencia no sea solamente cargar un arma y dispararle a robots, sino dar una batalla cultural sobre nuestra potestad como sociedad y nuestro derecho a narrarnos a nosotros mismos. Y a la vez disfrutar de buenos relatos… tampoco es necesario ponerse tan serios ¿o si?

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Elian Aguilar
Escritor, cineasta, fanático de los comics, las peliculas y las series. Geek desde temprana edad, cuando descubrí que los kryptonianos podían morir y que existía la alegría a 24 fotogramas por segundo. Coleccionista acérrimo que no mide el espacio de sus colecciones. La revista Cine Fantástico y Bizarro me hace feliz y el Festival de Cine de Género Buenos Aires Rojo Sangre es mi lugar en el mundo.

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