Creepypasta virtual lava-cerebros
Un thriller de terror directo desde Rusia, que se sube a lo que fue el reto de la Ballena Azul para contar una historia de pérdida y reconversión. El juego de la muerte es un intento desde Rusia por contar una historia real a través de los dispositivos desde donde se aloja. Lo que al comienzo es un buen ejercicio estilístico se termina convirtiendo en un ancla que no permite que la narrativa avance con los elementos propios de su género.
¿De qué va?
Dana (Anna Potebnya) sufre un vuelco en su vida cuando pierde a su hermana menor Yulya (Polina Vataga) en un extraño incidente en las vías de un tren. Para todo el mundo la pequeña decidió quitarse la vida, pero su hermana piensa que existe algo más. Al lograr conectarse en sus redes sociales, descubre que Yulya estaba formando parte de un reto viral llamado “La ballena azul”, así que se infiltra en el grupo para descubrir lo que sucedió realmente.
El reto de la ballena azul
Nacido en Rusia, fue un fenómeno online que constaba de varios retos que iban subiendo en intensidad y que (según algunos registros) finalizaba con el suicidio como reto final. Se dice que fue creado por un estudiante de filosofía de 21 años llamado Philipp Budeikin en 2013, y se volvió viral durante 2016 en la red social rusa Vkontakte. Se le conoce como ballena azul porque alude al fenómeno de cetáceos varados, algo que se compara con el suicidio.
Lo que parecía algo local se terminó expandiendo globalmente, con casos comprobados desde Arabia Saudita a Chile, pasando por India, España y otros países. A pesar de haber contado con varios suicidios de menores, y que el caso no se pueda relacionar fehacientemente con el reto, ayudó a que ciertos países armen campañas de concientización sobre los menores y el uso de redes sociales.
La narrativa rusa
El cine ruso ha comenzado a permear (muy a cuentagotas) en el mundo Occidental y Latinoamericano, con estrenos en salas comerciales de éxitos desde ese distante país casi siempre de género fantástico o ciencia ficción. Guardianes (Zashchitniki, 2017), Attraction: la guerra ha comenzado (Pritiazhenie, 2017), Invasión: El fin de los tiempos (Vtorzhenie, 2020), o Sputnik (Спутник, 2020) son muestras de esto.
En El juego de la muerte vemos una apuesta, ya que está dirigida por Anna Zaytseva que no tiene experiencia dirigiendo largometrajes. Eso sí, dirigió “You’re a Fool” que se convirtió en el cortometraje en ruso más visto de YouTube con más de 30 millones de visitas. Pero detrás hay un productor con una visión y ese es Timur Bekmambetov, que previamente produjo dos largometrajes que tienen mucho en común con esta película: Buscando (Searching, 2018) y Desconectada (Missing, 2023).
Las formas por sobre el discurso
Al igual que los dos largometrajes mencionados, todo lo que se cuenta en El juego de la muerte se hace a través de dispositivos electrónicos: celulares, televisores… todo lo que tenga una conexión a internet y la capacidad de comunicarse con otros usuarios o mostrar una imagen es carne de cañón para contar la historia.
Muy bien aprovechado en el primer caso, en esta oportunidad muchas veces termina siendo arbitrario y le quita potencia a lo que estamos viendo. ¿Por qué? En las dos películas de Estados Unidos el género es un thriller que no da respiro, y el uso de los elementos electrónicos permiten sumar a la tensión y al conflicto. Si estás a punto de morir y se te desconecta el wifi, todo termina. En cambio, en esta cinta rusa la labor de la protagonista es más de investigación por lo que el factor de los dispositivos no sólo no suman al factor conflictivo, sino que incluso meten ruido a lo que se quiere contar.
Cuando la historia se construye sobre las imposibilidades de los dispositivos a utilizar, y no sobre lo que se produce a través de su uso, nada termina teniendo sentido en la decisión narrativa o estética.
Los menores y los adultos en el mundo online
El trabajo de los personajes se construye inteligentemente, Dana decide “infiltrarse” en el grupo que lleva a cabo el reto pensando que es más inteligente que una banda organizada para lavar cerebros y arrastrar a adolescentes a que hagan lo que ellos desean, lo que la muestra como la persona en desarrollo que es. Y su madre, luego de la pérdida de su otra hija sólo se dedica a la autocompasión y a negar todo lo que su hija viva le plantea.
El problema es que a medida que se acelera la llegada al tercer acto, todo se desvirtúa cayendo en algunos lugares comunes que hacen pensar que en lugar de ver como esos personajes construyen el camino hacia allí, ese camino ya estaba trazado y sólo “los obligaron” a ello. Todo se vuelve burdo, más teniendo en cuenta que el giro sorpresivo del final no lo es tanto si uno conoce el género.
Pero lo realmente importante es lo que deja desnudo: todo es mentira en las redes sociales. La falsedad, las poses, la necesidad de atención, el grooming, todo eso se encuentra presente en El juego de la muerte, permitiendo tener conversaciones con los adolescentes sobre los peligros de creer todo lo que le dicen.
Hacia el final la atención ya es casi nula, y poco nos importa lo que le sucede a los personajes por el agotamiento que produce el recurso de contar todo a través de dispositivos. Una buena idea que dura poco y termina perjudicando el producto final.
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