Priscilla: la historia de la princesa en la torre

por | 28-12-2023 | Cine, Reseñas | 0 Comentarios

Elvis y Priscilla bajo la mirada de Sofia Coppola

La Elvis-manía no se detiene y ahora nos cuentan el lado b de la historia del ídolo a través de la madre de su hija. Priscilla, de Sofia Coppola, es estéticamente bella pero confusa en su estructura narrativa. Se van sucediendo hechos de 1959 a 1973 sin explicación ni relación de continuidad, haciendo que no se llegue a dimensionar ni a entender el panorama completo.

¿De qué?

Priscilla (o Cilla) es una adolescente de quince años que conoce a la mega-estrella Elvis Presley cuando éste se encontraba en el ejército. Él se obnubila con su tierna belleza y ella cae completamente enamorada de su figura y lo que representa; a pesar de la duda de sus padres ella va a vivir a la casa del ídolo y lo acompañará en su meteórica carrera luego de su regreso a las tablas.

La hija de la lágrima

Sofia Coppola es parte de la casta de Hollywood, hija de Francis Ford logró romper el techo de cristal con una mirada propia y una sensibilidad alejada del estándar de su padre. El mundo popular la conoció por su participación actoral en El Padrino 3 (The Godfather Part III, 1990), y desde allí fue labrando su experiencia en videos musicales y cortometrajes detrás de cámara hasta un momento determinante.

La directora tuvo un inicio de carrera soñado en las grandes ligas con un tríptico imbatible. Vírgenes suicidas The Virgin Suicides, 1999) fue un hipnótico cuento sobre cinco hermanas y su extraño mundo, con un elenco que contaba con estrellas como Kirsten Dunst, Josh Hartnett, James Woods y Danny DeVito.

Su mirada, algo virada hacia lo independiente y de nicho, se hizo absolutamente popular con el estreno de Perdidos en Tokio (Lost in Translation, 2003) una historia de amor y compañía protagonizada por Bill Murray y Scarlett Johansson, con uno de los finales más comentados de la historia del cine (¿qué le habrá dicho al oído?). Y finalmente Marie Antoinette (2006), un recuento histórico de este personaje femenino y su corta pero potente vida, donde volvía a brillar Kirsten Dunst.

Luego siguieron más videoclips y largometrajes, llevando a Sofia Coppola a un lugar de “directores de renombre”, una categoría que muy pocos pueden ostentar. Y cómo sucedía con Maria Antonieta, la directora decidió contar la historia de otra mujer de corta edad que debe hacerse lugar en un mundo que no le da el espacio que le corresponde.

Una niña en un mundo de hombres

Priscilla cuenta la historia de la esposa de Elvis Presley, en una estructura lineal y bastante confusa. Todo lo que acontece va de 1959 a 1973, donde finalmente ella se divorcia del artista. La vemos ser una pequeña de 14 / 15 años que se obnubila por el hombre más deseado vivo, es correspondida y luego descubre que su elección no viene sin un costo.

El guión adapta “Elvis and Me” (Elvis y yo) el libro de memorias escrito por Priscilla Presley en 1985, que también tuvo una adaptación en 1988 en una película para televisión. La historia arranca a los 24 años de Elvis y desde allí se va desarrollando la figura de su pareja, novia y esposa de ser una niña ingenua a una mujer que sabe decir basta. Elvis Presley Enterprises (los que tienen los derechos de la figura) no aprobaron la película y por esta razón no hay música directa del artista, sin embargo la directora encontró otros caminos.

Es un poco chocante si no se observa con el prisma de esos años ´60s, ya que la figura de Cilla es una mujer objeto hecha y derecha que ni siquiera había cumplido la mayoría de edad.

El problema de la focalización

El conflicto se basa en el camino que hace la protagonista hasta descubrirse quien es, sin embargo durante todo el metraje eso está íntimamente enlazado a la figura de su pareja. La película se llama Priscilla, pero tendría que haber sido “Elvis y Priscilla”. El cantante está presente todo el tiempo, y pocas veces podemos disfrutar los momentos de soledad de Cilla para verla evolucionar y entender sus decisiones.

En una estructura narrativa donde la protagonista es ella, el conflicto se define por Elvis que ni siquiera tiene una coherencia en su desarrollo. Sin ver la versión de Baz Luhrman de hace más de un año, protagonizada por Austin Butler y Tom Hanks, se hace complicado seguir el ritmo de lo que está sucediendo. Vamos saltando a momentos de él sin relación de continuidad, para ver la situación con los anteojos de ella, pero para que un conflicto se active y una película (dentro de los cánones occidentales del cine clásico) funciones debe actuar el protagonista, y esto no es algo que ocurra.

Priscilla es una suerte de muñeca de trapo que la historia va trayendo y llevando. Haciendo que para que tenga más sentido, Elvis sea cada vez más y más villanesco llegando a cotas insoportables y hasta paródicas.

Se entiende que, aún hoy, el poder patriarcal hace que las mujeres no tengan decisión ni económica ni estratégica cuando tienen un hombre potente enfrente, pero al ir tan al extremo termina convirtiendo todo en una suerte de novela turca exagerada que no llega a ningún lugar. Cilla nunca reacciona, Cilla nunca activa. Y mientras el Coronel (el personaje villanesco que encarnó Tom Hanks en la otra adaptación) sigue haciendo de las suyas en las sombras.

Priscilla tiene planos hermosos, y las actuaciones de Cailee Spaeny (Mare of Easttown) y Jacob Elordi (Euphoria) atraviesan varios estados, a pesar de dos problemas: ella se mantiene bastante estable en su visión del mundo -siempre observando, midiendo, callada-, con leves cambios pero bastante estanco, mientras que él muchas veces exagera las situaciones mostrándolo aniñado y caprichoso, que es parte de la búsqueda aunque se pase de energía.

Estamos ante un complemento de la película musical de Luhrman mostrando que no todo era color de rosas, centrándonos en la pareja desde el punto de vista de ella, un recorrido por el lado B del éxito.

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Elian Aguilar
Escritor, cineasta, fanático de los comics, las peliculas y las series. Geek desde temprana edad, cuando descubrí que los kryptonianos podían morir y que existía la alegría a 24 fotogramas por segundo. Coleccionista acérrimo que no mide el espacio de sus colecciones. La revista Cine Fantástico y Bizarro me hace feliz y el Festival de Cine de Género Buenos Aires Rojo Sangre es mi lugar en el mundo.

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