Regresa el Panda más atlético de todos

Mucha agua ha pasado debajo del puente en Po (Jack Black), un oso panda que supo encontrar su destino, re-encontrarse con su familia, enfrentar a propios y extraños, para convertirse en un guerrero legendario. Y cuando parecía que no había más historias… Kung Fu Panda 4 nos golpea en la cara con colores, buenos chistes y mucho ángel.

¿De qué va?

Después de varias aventuras Po, el Guerrero Dragón, es llamado por el destino para… tomarse un descanso. Específicamente, se le pide que se convierta en el líder espiritual del Valle de la Paz. Y necesita, entonces, entrenar rápidamente a un nuevo Guerrero Dragón antes de poder asumir su nuevo y elevado cargo. Pero una malvada y poderosa hechicera, La Camaleona, una pequeña reptil -que puede transformarse en cualquier criatura, grande o chica- ha puesto sus avariciosos y brillantes ojos en el Bastón de la Sabiduría de Po, que le daría el poder de volver a convocar a todos los maestros villanos que Po ha derrotado en el reino de los espíritus.

Pocas franquicias aguantan el peso de cuatro películas de calidad. John Wick lo logró hace muy poco, y afortunadamente lo mismo sucede con Kung Fu Panda.

Volver al barrio se siente natural, fresco y querible. Pareciera que cada personaje nos estaba esperando con los brazos abiertos.

La estructura es algo forzada pero lógica: Po debe cambiar. No puede seguir siendo el héroe, debe comenzar su camino a ser mentor. Ya explotó físicamente todo lo necesario, es momento de trabajar la mente… y la calma.

Algo imposible para este personaje.

La posibilidad narrativa de tener un nuevo villano capaz de canalizar a cualquier otro villano puede parecer algo perezosa. Pero logra despegarse apelando a otro recurso ¿y si traemos a todos los villanos de antaño?

Así, la cuarta parte se siente más como un gran epílogo que otro escalón a algo que continúe. Claro que las reglas las dicta el mercado, pero la historia podría terminar acá por todo lo alto.

La Camaleona es un personaje gráficamente potente, y una gran adición a la cantera de malosos de esta franquicia.

Claro que para enfrentar esto, Po no va a estar solo. Ante la falta de los cinco grandes del buen karate (que para mi es lo más achacable a la película) aparece un nuevo personaje: una zorra ladrona llamada Zhen en la voz de… adivinen. ¡Awkwafina!

La mujer que más animales ha doblado en estos años construye un buen personaje, que lamentablemente siempre se parece a Awkwafina hablando.

Pero quienes se llevan el premio a los mejores jugadores de este partido son el Sr. Ping (el padre adoptivo de Po, con la voz de James Hong) y Li (el padre biológico de Po, con la voz de Bryan Cranston). Ambos padres del protagonista se embarcan en una aventura propia que une caminos al final, sumando comedia y buenos momentos.

Gráficamente la saga se pone cada vez mejor. Los colores, las texturas y la limpieza en las escenas de acción, son una delicia para ver en pantalla gigante. Si a eso le sumamos un humor fino, con mucho chiste construido con tiempo y buen timing, estamos ante una buena chance de compartir con los más pequeños algo de calidad.

Kung Fu Panda es ideal para todo tipo de público, es inteligente, tiene corazón y además no deja de lado lo estético. El mensaje final siempre es hermoso, lo que vuelve a demostrar porque son necesarios estos relatos para las infancias.

Se puede ser poderoso, bondadoso, familiero, honesto y panzón.