John Wick 3: Parabellum es el nuevo capítulo en la historia de acción y venganza que se inició por… la muerte de un perrito.
Dirigida por Chad Stahelski (como las dos anteriores), un director que inició su carrera como responsable de dobles de acción (técnicamente llamados «stunts»), y supo imprimir en estas tres películas un estilo de acción nunca visto, sin tanto cortes y con una imaginación que muchas veces roza el slapstick (comedia física con golpes y coreografía cómo Chaplin o Los Tres Chiflados).
John Wick (interpretado por Keanu Reeves y que descubriremos en esta tercera parte que no es su nombre original) arranca escapando, está a minutos de pagar las consecuencias de haber roto las reglas, de haber asesinado a un integrante de «La mesa grande» y además, hacerlo en el Hotel Continental, ese lugar que sirve de refugio y asilo para la elite de asesinos. Un lugar sagrado que es manchado por sus acciones, convirtiéndolo en un excomulgado. ¿La recompensa? 14 millones de dólares por su cabeza.
Winston (Ian MacShane, a quien estamos viendo en American Gods) decide tener piedad y darle una hora para que pueda sanar y comenzar a sobrevivir. Primer paso: dejar a su nuevo perrito al cuidado de Charon (Lance Reddick, de Fringe), el manager del Hotel Continental. Segundo paso: cerrar sus heridas. Tercer paso: iniciar la mejor defensa, un ataque feroz.
A partir de acá, todo es una fiesta que arranca gritos, aplausos y sorpresas. Una secuencia con cuchillos, espadas y caballos (les juro, tiene sentido) que es una delicia visual y coreográfica, una pelea cuerpo a cuerpo con un gigante en una biblioteca (¿quién te conoce, Lyanna Mormont?), una pelea contra decenas de asesinos junto a Sofia (Halle Berry, de… Catwoman) y sus dos perros altamente entrenados, y un clímax en el hotel que es un catálogo de como abordar diferentes formas de pelea. En el medio, una persecución en la mitad de Nueva York a caballo…
Sólo con estas secuencias, John Wick 3 se configura como una película visualmente entretenida con grandes dosis de acción, pero decide ser mejor que su antecesora indagando aún más en este grupo de asesinos que viven bajo nuestros ojos aunque no podamos verlos. Conocemos más sobre su origen, sus objetos, su estructura interna. Además (y algo que parecía no importar, pero una vez que sucede nos hace querer conocer más) se mete de lleno en el pasado de John, enseñándonos a su familia que va a pagar un costo muy caro por ayudar (a la fuerza, claro) a nuestro héroe asesino.
Vuelve el rey Bowery (Laurence Fishburne), llenándonos la sangre de nostalgia y esperando que juntos re-creen alguna escena de Matrix.
Hay varias caras nuevas, pero lo que se lleva todas las palmas es el trio de asesinos orientales que tienen el encargo de terminar de una vez y para siempre con el problema Wick: Zero (interpretado por la leyenda viviente de Mark Dacascos – Brotherhood of the Wolf, Cradle 2 the grave, Drive) y sus dos esbirros interpretados por Yayan Ruhian y Cecep Arif Rahman (que vimos en The Raid 2). Este trío tiene las mejores secuencias de acción de la película y Dacascos demuestra que a pesar de su edad sabe como patear culos.
Parabellum se configura entonces como una gran película de acción, que sigue agregando elementos a su mitología y que «sin quererlo» se está convirtiendo en una saga épica con reglas propias al nivel de los grandes universos superheroícos; con ramificaciones ya confirmadas como una serie por venir.
Mientras esperamos que Keanu estrene la tercera parte de Bill & Ted (llamada «Face the Music»), nos seguimos maravillando con un actor que sigue encontrando papeles importantes aunque parezca tener un solo registro. Mira que bien nos mintió…
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