Bong Joon Ho sigue desnudando el mundo
En un futuro distópico donde la ultraderecha nazi se ve representada por un político estúpido y narcisista, el cambio climático lleva a que se pruebe la vida en otros planetas. En esta misión, un héroe -del que nadie esperaba nada- se convierte en el faro de una revolución en Mickey 17.
¿De qué va?
Del escritor/director ganador del Premio de la Academia por “Parasite”, Bong Joon Ho, llega su próxima experiencia cinematográfica innovadora, “Mickey 17”. El improbable héroe, Mickey Barnes (Robert Pattinson), se encuentra en la extraordinaria circunstancia de trabajar para un empleador que exige el compromiso máximo con el trabajo… morir, para ganarse la vida.
Bong Joon Ho es un experto en el arte de utilizar los géneros cinematográficos más «fantásticos», para desplegar críticas o re-lecturas del momento actual. Aunque gran parte del público conozca al director coreano por Parasite, sus primeros pasos para darse a conocer en occidente se dieron con Gwoemul (The Host), Snowpiecer y Okja.
En cada una de estas películas hay un gérmen de lo que es Mickey 17, su nueva película ya totalmente albergado en el mainstream de Estados Unidos.

Un futuro distópico donde la idiotez en los altos mandos (y que derrama en gran parte de la plebe) es la regla general, es el acercamiento -en clave ciencia ficción- que el director realiza a un mundo bastante similar al actual. Es como si a Idiocracy la llevásemos a conocer el espacio.
Allí Mickey Barnes, un Robert Pattinson arrollador, se anota como «Prescindible». Un experimento donde copian el cuerpo y la mente de la persona, exponiéndolo a pruebas de supervivencia en el nuevo mundo, para morir, y luego volver a «imprimirlo» y conocer los resultados.

Huyendo de la tierra junto con su «amigo» Timo (interpretado por Steven Yeun), no le queda otra que convertirse en lo peor de una sociedad. El escalafón más bajo, allí donde la vida no importa en lo absoluto. Mickey, con una idiotez soft algo naive, parece aguantar toda la muerte que le tiran encima… hasta que aparece el amor.
La relación con Nasha (Naomi Ackie) nunca termina de construirse desde el subgénero romántico, es más como una baliza de luz entre tanta oscuridad. El humor y la frescura de ambos intérpretes consigue hacernos creer que esa pareja es posible.

Liderando la misión está la pareja de Ylfa (Toni Collette) y Kenneth Marshall (Mark Ruffalo), éste último un político fracasado con mucho dinero que quiere conquistar otro planeta para llenarlo de «humanos puros». La cantidad de situaciones similares a la derecha actual son devastadoras.
En el medio, un grupo de animales extraterrestres que no son lo que parecen, y el descubrimiento que el proceso de «Impresión» de Mickey puede tener consecuencias graves para lo que consideramos humanidad.
Bong Joon Ho logra mantener los elementos del humor, la ciencia ficción y la crítica equilibrados. Sí, es mucho más edulcorada y «ATP» que el resto de su filmografía, pero los buenos momentos nos guían por sus más de dos horas a un buen sabor de boca al final.

Mickey 17 tiene una fotografía muy precisa, y un trabajo de guión con varias sutilezas. La aparición de un segundo Barnes, nos abre un universo de preguntas que no son necesarias de explicar, pero que no eran pausibles de aparecer antes. La focalización en el protagonista no nos permitía llegar a esos cuestionamientos.
Lo de Pattinson como protagonista es otro escalón hacia el lugar que merece. La cantidad de matices, el trabajo con la voz y lo gestual lo vuelven tridimensional casi desde el primer fotograma. El resto del elenco eleva la calidad, con los siempre brillantes Ruffalo y Collete.
Mickey 17 es una gran aventura de ciencia ficción con mucho humor, también es una crítica al modelo actual capitalista y consumista, cómo también a la lucha de poderes y visiones en la política. Los aliens, como representación de la otredad, pero no los bichos de este nuevo planeta sino quienes vienen desde ese planeta azul que ellos mismos destruyeron.
Nadie se salva solo, el futuro se asegura con el otro.
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