Drácula: una historia de amor

por | 14-08-2025 | Cine, Reseñas | 0 Comentarios

Dame sangre, dame dame sangre

Luc Besson (El Quinto Elemento) vuelve a la pantalla grande, reinterpretando -una vez más- la historia de Vlad Tepes de Valaquia, en una mezcla entre la figura icónica de Coppola y la veta más romántica del amor imposible alla Romeo y Julieta. Drácula, como nunca antes lo viste.

¿De qué va?

«Drácula» reinterpreta el mito del vampiro a través de una narrativa profundamente emocional, donde el amor trasciende el tiempo y la muerte. La historia sigue a un príncipe del siglo XV que, tras perder a su esposa, desafía a Dios y se transforma en vampiro. Siglos después, en el Londres del siglo XIX, encuentra a una mujer que parece ser el reflejo de su amada perdida, iniciando una persecución que sellará su destino.

En tiempos de falta de originalidad, los personajes clásicos están a la orden del día para seguir esquilándolas en aras de un retorno económico. Lord Dracul, uno de los personajes más conocidos de Rumania, tuvo hace poco su acercamiento en Nosferatu, y ahora el cristal nos muestra otra cara.

Luc Besson es un director prolífico, que sabe financiar sus obras con productores europeos, apretando los presupuestos utilizando las nuevas tecnologías… a veces con más suerte que otras. Hace tiempo quería adoptar al clásico monstruo, y el estreno de su anterior película Dogman, le dio la oportunidad.

Caleb Landry Jones, protagonista de aquella historia, estaba obsesionado con hacer de Vlad Tepes, eso picó en Besson, que sumó a Christoph Waltz como un cura simil Van Helsing luego que el actor fuera a una premiere de Dogman.

El título original es Drácula: Una historia de amor, pero la traducción en la mayoría de países suprime la segunda parte, traicionando el pacto tácito entre el espectador y la pantalla. Porque esta iteración es simplemente eso: una película romántica y edulcorada con casi nulo terror.

Todo gira alrededor de la pérdida del gran amor de Drácula, que lo llevó a su maldición hemófaga y a una búsqueda a través de 400 años por su reencarnación. La aparición de Mina (Zoë Bleu) en una Francia al borde de una revolución, da el marco para el romanticismo.

Hay otros vampiros, hay sangre, hay algo de batallas… pero todo se reduce a la obsesión de un tóxico por su amor perdido. Y a la invención (como si fuese El Perfume) de una fragancia capaz de poner de rodillas -literal y figurativamente- a la persona que el elija. Claro que el director nunca termina de definir si los poderes vampíricos existen o no.

Y a no olvidar a los pequeños minions del castillo, unas gárgolas de piedra realizadas en un dudoso CGI que al final terminan siendo ¿niños?. Luc Besson es un artista, y no teme tomar decisiones que van por fuera de lo conocido. No siempre funcionan.

Christoph Waltz directamente se está divirtiendo, haciendo gala de su icónico inglés con tono alemán, parece estar en piloto automático entregado a lo que ofrece el material, que nunca termina de recaer en un género específico. Ni hablar de la aparición de Jonathan Harker (Ewens Abid), que aparece durante toda la primera mitad y luego desaparece.

El gran problema de Drácula de Luc Besson es la traición comunicacional. Si uno va esperando un show de sangre, terror y oscuridad, va a salir muy decepcionado. Ahora bien, si la búsqueda es la de un amor imposible, esparcido a través del tiempo, en clave tóxica… puede ser una buena experiencia audiovisual.

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Elian Aguilar
Escritor, cineasta, fanático de los comics, las peliculas y las series. Geek desde temprana edad, cuando descubrí que los kryptonianos podían morir y que existía la alegría a 24 fotogramas por segundo. Coleccionista acérrimo que no mide el espacio de sus colecciones. La revista Cine Fantástico y Bizarro me hace feliz y el Festival de Cine de Género Buenos Aires Rojo Sangre es mi lugar en el mundo.

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