Bruja es la nueva película de Marcelo Paez-Cubells (su anterior película fue «Omisión«, de 2013), está protagonizada por Erica Rivas, acompañada por gente de la talla de Pablo Rago, Leticia Bredice o Rita Cortese.
La historia se centra en algo no muy explotado en nuestro cine: la existencia de la magia como algo real, rural, sucio… y la figura de la bruja, interpretada por Rivas, cómo esa persona foránea dentro del pueblo, víctima de las miradas, de los susurros de otros.
Selena es madre soltera (aún más factores para el desprecio pueblerino popular), desde niña practica la magia ofreciéndole a la «Gran Maga» algo a cambio. Cuando inicia la película la vemos reticente a aceptar su destino, no quiere hacer daño… pero su madre (interpretada por Rita Cortese) le demuestra que ciertos hombres sólo pueden rendir cuentas si es a través de los hechizos. De ahí nos vamos al presente, su hija está por ser mayor de edad y comienza a buscar la independencia. Ellas conviven alejadas de la ciudad, con Selena renegando de la tecnología y generando sus propios alimentos a través de una huerta.
Pero «hay gente mala en el pueblo» y su hija cae en una red de trata de personas, y como nadie en el pueblo parece reaccionar, Selena saldrá a relucir sus dotes de madre-bruja-leona para encontrar a su hija y luchar contra un sistema corrupto y podrido.
Cómo fue hace algunos años con «Hipersomnia» de Gabriel Grieco, estamos frente a una película de género (entendida como algo fantástico, de terror…) que usa su verosímil para contar una realidad cruda y dolorosa como es la de la trata de mujeres en los pueblos.
A pesar que la actuación de Erica Rivas es gigantesca (exuda locura, fragilidad, poder, sensualidad… todos los atributos de las brujas) y que el diseño de sonido es de calidad de exportación, la película termina cayendo por sus propios defectos en la imagen. Los efectos visuales (innecesarios en su mayoría) son paupérrimos, utilizando librerías genéricas que asemejan el producto más a un video viral de youtube que a una película propiamente dicha.
El verosímil rural que plantea la película choca contra una utilización de VFXs con humo de colores, y lucecitas, que al estar mal trabajados en la imagen terminan restándole mística al relato y haciéndolo navegar en una suerte de sátira que quita valor y agrega risas incómodas que gritan «¿ésto está pasando?».
Un guión digno, con actuaciones acordes, y momentos de tensión muy logrados (sobre todo los que involucra a la maldita policía) se ven totalmente opacados por cromas horrorosos, tomas realizadas de día con efecto de noche que saltan a la vista automáticamente, o efectos de humo y fuego que no están integrados a la imagen y parecen haber sido pegados por alguien sin ganas y/o conocimiento.
En tiempos donde el cine argentino escasea en cantidad, y que no es común encontrar películas de género (razón por la que se celebran estrenos como «Muere monstruo muere«), es una lástima ver desperdiciado un producto de calidad por un trabajo tan pobre de efectos visuales, más teniendo en cuenta que existen grandes profesionales en el país.
Bruja no tiene vistas de convertirse en un clásico, sino en otro peldaño fallido en ese complicado camino de encontrar un cine de género de calidad en el país. Mientras los haters de siempre siguen teniendo razones y argumentos para ver la misma horrorosa película de terror yanqui ya que «acá no hacen nada bueno». Esperemos que Selena tome cartas en el asunto y haga un hechizo para revertir esto en el futuro.
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