35º Festival de cine de Mar del Plata – Shiva Baby

por | 29-11-2020 | Cine, Análisis, Reseñas | 0 Comentarios

Dentro de la Competencia Internacional, se estrenó una comedia (con momentos de bastante tensión) nacida en el seno de un cortometraje en 2018 del mismo nombre y dirigida por Emma Seligman: Shiva Baby. La búsqueda del ser, sugar daddies, festividades judías y demasiados familiares desubicados/as.

¿De qué va? Danielle, una graduada casi universitaria, recibe un regalo de su sugar daddy y luego va a encontrarse con sus padres neuróticos en una shiva (festejo judío, es el período de luto de siete días después del entierro). A su llegada, varios parientes la abordan por su apariencia y la falta de planes de posgrado, mientras que una amiga, Maya, es aplaudida por todos por ingresar a la escuela de leyes. El día de Danielle da un giro inesperado cuando su sugar daddy, Max, llega a la shiva con esposa, Kim, y un bebé llorando. A medida que avanza el día, Danielle lucha por mantener diferentes versiones de sí misma, defenderse de las presiones de su familia y confrontar sus inseguridades sin perder el control por completo.

Una comedia con tintes de drama, que tiene el espíritu de Booksmart o del cine de Ana Katz (algo que discutíamos con el director Cristian Ponce). Un muy buen retrato sobre: la realidad de las jóvenes hoy (la seguridad sexual, el trabajo de la prostitución como una elección, las inseguridades propias, las nudes), las presiones de la sociedad (y sobre todo de los familiares metiches) sobre el futuro de las generaciones nuevas, el lobby judío por conseguir trabajo, las infidelidades, y la amistad y el amor más allá de lo que opinen los demás.
Todo esto condensado en los hombros de Rachel Sennott, que logra crear un personaje tridimensional, querible, contradictorio, poderoso y débil. A veces exuda sensualidad, y otras nos da ganas de abrazarla y decirle que todo va a estar bien. El momento en que finalmente se quiebra es una clase de actuación.

Además de Danielle, el resto de los personajes que la rodean suman y aportan, creando una idea de familiaridad que escapa de la sensación de «que están ahí porque el guion así lo pide». Y van apareciendo y desapareciendo como magos y magas en una obra que parece estar hecha para que nuestra protagonista aprenda a crecer a los golpes… o a llantos de bebé.

El cierre de la historia tiene uno de los mejores epílogos, que dialoga con Familia Rodante (2004) o Sueño Florianópolis (2018) y que nos enseña lo importante que es el manejo de la información en un guion para poder cultivar la tensión con las mínimas herramientas. Y podemos discutirle, achacarle o criticarle cosas a Danielle o a Max, incluso a Maya… ¿pero a quién se le ocurre llevar un bebé a una shiva?

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Elian Aguilar
Escritor, cineasta, fanático de los comics, las peliculas y las series. Geek desde temprana edad, cuando descubrí que los kryptonianos podían morir y que existía la alegría a 24 fotogramas por segundo. Coleccionista acérrimo que no mide el espacio de sus colecciones. La revista Cine Fantástico y Bizarro me hace feliz y el Festival de Cine de Género Buenos Aires Rojo Sangre es mi lugar en el mundo.

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