Lo nuevo de Sean Baker llega al cine
El amor se puede encontrar en cualquier lugar. La facción unificadora de dos almas conflictuadas es más potente que cualquier mafia rusa, y el director Sean Baker lo sabe y regresa a la pantalla grande con una fábula sobre el sentimiento más contradictorio, fascinante y aterrador del mundo en Anora.
¿De qué va?
Anora, una joven trabajadora sexual de Brooklyn, tiene la oportunidad de vivir la historia de la Cenicienta cuando conoce y de manera impulsiva se casa con el hijo de un oligarca. Cuando la noticia llega a Rusia su cuento de hadas se ve amenazado, ya que los padres de él se dirigen hacia Nueva York para anular el matrimonio.
Luego de Tangerine, The Florida Project y Red Rocket, cada estreno de Sean Baker es esperado con expectativa. El director ha logrado convertirse en referente de una visión en tiempos de franquicias y repeticiones.
En Anora, acompañamos a dos enamorados que poco saben del amor. Y así es como surgen las mejores historias. Ani (Mikey Madison) trabaja en el ámbito sexual pero esconde una evidente necesidad de cumplir su fantasía de Cenicienta.
Claro que esconde eso en una cárcel compuesta de cinismo, violencia, y desparpajo hedonista. Hasta que llega Vanya (Mark Eidelstein) a su vida, un jóven desvergonzado, aparentemente millonario y muy cobarde.
«La cobardía es asunto de los hombres, no de los amantes. Los amores cobardes no llegan ni amores ni a historias, se quedan allí. Ni el recuerdo los puede salvar, ni el mejor orador conjugar» dice Silvio Rodriguez en su tema musical Óleo de mujer con sombrero. Pero Sean Baker viene a demostrar que algo puede conjugar de todo eso.
La historia tiene un primer acto más en línea con Pretty Woman, dónde el lujo y el placer se regodean en un constante «vivir en el presente». Mikey Madison ofrece un derroche de personalidad y erotismo, creando un personaje tridimensional que nos enamora desde el primer fotograma.
A partir del segundo acto todo se modifica. El pedido de casamiento, que podría configurarse como una locura adolescente pasada de hormonas, se termina convirtiendo en una cacería humana. Los padres del jóven no ven con buenos ojos la decisión unilateral del primogénito.
El ligero pero evidente cambio de tono, los momentos de humor en medio del peligro, la violencia explícita, las contradicciones del feminismo, la cobardía machista… todo termina siendo un combo intempestivo que nunca deja claro hacia dónde va.
Aunque todos sepamos como termina.
Anora es otro paso más en la construcción de una identidad audiovisual por parte de su director. En algunos aspectos superior a sus anteriores trabajos, en otros lo contrario. Pero todo alineado en una búsqueda, una palabra que pocas veces encontramos en pantalla grande hoy día.
Una actuación exquisita, una incomodidad graciosa en el terror, y la esperanza de algo que también nos enseñó la música: «El amor sobre toda diferencia social, dentro del calendario cada día se va. A pesar de las dudas y del que dirán, el amor puede más».
O quizás no. Porque así de contradictoria es la vida, aunque amemos los cuentos de hadas.
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