Smith y Lawrence vuelven a la cancha
Una saga de acción que subsiste desde hace cuatro décadas y que logra capitalizar al máximo el concepto de entretenimiento no-brainer con algo de humor. Will Smith regresa luego de su caótica participación en los Oscars, acompañado por su inseparable Martin Lawrence en Bad Boys: Hasta la muerte.
¿De qué va?
Los detectives Mike Lowrey y Marcus Burnett investigan la corrupción dentro de la policía de Miami cuando su difunto capitán Conrad Howard es acusado póstumamente de estar involucrado con la mafia rumana, pero un montaje los convierte en fugitivos, lo que los obliga a trabajar fuera de la ley para resolver el caso.
¿Cuánto puede durar el concepto de dos policías diferentes y rebeldes? Arma Mortal, Una pareja explosiva o Un detective suelto en Hollywood tuvieron su pico y luego desaparecieron. Bad Boys lo sigue intentando.
En esta oportunidad, la idea es inflamar la idea de “la familia”, un concepto que viene heredado de la saga de Rápidos y Furiosos, y que la nueva iteración de esta pareja de policías parece copiar.
Porque el humor fue desapareciendo, movilizado por un foco en la acción y el drama de como fueron creciendo algunos personajes, y la labor de Martin Lawrence se siente muy solitaria.
Su partenaire, Will Smith, parece haber perdido su toque. Se lo ve rígido, hasta enojado. Es cierto que el personaje atraviesa una crisis de ataques de pánico en el relato, pero lo que se siente por fuera de ella es bastante más potente.
La historia coloca a la pareja protagonista en el lugar de fugitivos, y a ellos se suma el hijo Armando Aretas (interpretado por Jacob Scipio) que conocimos en la saga como un asesino vengativo y que aquí es de lo mejorcito de la historia, con vibras a Vegeta, el personaje de Dragon Ball.
Los momentos de humor no funcionan, pero algunas secuencias de acción son espectaculares (sobre todo en IMAX), y parecen beber de lo obtenido por Keanu Reeves en John Wick 4.
Por otra parte, la trama parecía esconder visos de inteligencia / contrainteligencia, pero la realidad es que todo se adivina desde el principio y no existen muchas sorpresas.
Bad Boys: Hasta la muerte se siente como una despedida, una suerte de punto final a una saga que duró demasiado en relación al mercado similar. Lo hace apostando a grandes escenas de acción (toda la secuencia final es muy potente) y a la interacción entre los protagonistas.
Hubiese estado mejor encontrar algo propio, una voz distintiva. El sabor genérico la coloca en la intersección más conocida: maravillarse en una pantalla gigante unos minutos, para luego olvidarla y encontrarla en televisión años después diciendo “ahhh, algo me acuerdo”.
Pero seguro la volves a ver.
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