La humanidad nuevamente en peligro
En tiempos post-pandémicos el fin del mundo no parece algo lejano. El cine, subiéndose al momento histórico, acompaña con relatos como Criaturas: Línea de extinción, donde el fin de la humanidad es una realidad y ya no somos más el Alfa del reino.
¿De qué va?
Un padre soltero y dos mujeres deciden arriesgarse fuera de la seguridad de su hogar para enfrentarse a criaturas monstruosas y luchar por la vida de su hijo. La trama, llena de tensión y momentos de acción, explora los lazos familiares y la valentía en un contexto post apocalíptico.
En un mundo destruido, con la población diezmada viviendo a más de 2400 metros de altura, todo parece perdido. Pero hay algo en la humanidad que siempre lucha por sobrevivir.
El género fantástico y la ciencia ficción son buenos motores para contar sobre lo más profundo de nuestra propia existencia. Criaturas: Línea de extinción busca eso, ser una suerte de panfleto sobre la supervivencia por encima de todo.
Morena Baccarin, Anthony Mackie y Maddie Hasson protagonizan, siendo vecinos de una comunidad de las pocas que quedan en pie en todo el planeta. De un día para el otro, unos insectos gigantes salieron debajo de la tierra, y la única solución fue el exilio a 2400 metros de altura, donde las criaturas no pueden pasar.
El director George Nolfi (que antes dirigió The Adjustment Bureau) es muy inteligente en el uso que hace de su caja de herramienta. El mundo que ya no existe se deja ver a partir del punto medio, antes todo se reduce a leyendas y explicaciones.
Y cuando se sale a lo -ahora- desconocido, el uso de pantalla verde es escaso. Las montañas, Boulder (ciudad que los fanáticos de Stephen King deben conocer) y la mina bajo tierra son espacios que se sienten reales y peligrosos. A su vez, el diseño de los «insectos» también se realza inteligentemente.
Todo está cimentado sobre los personajes y lo que les sucede en este nuevo mundo. La veta emocional es el motor sobre el que navega todo el resto. Nuevamente, la inteligencia en el uso de los recursos.
Que nunca se llegue al famoso «hombres contra hombres» de la mayoría de películas post-apocalípticas también se agradece. Y el uso de una paleta desaturada y más llevada a los colores fríos también conspira a favor de la tensión y la construcción de estados de ánimo.
Criaturas: Línea de extinción es como mezclar A Quiet Place, Starship Troopers, El Eternauta y The Road. Sin la espectacularidad de otras propuestas, todo se vuelve más mainstream a partir del tercer acto. Las explicaciones científicas intentan despegarla de ciertas arbitrariedades de otras producciones.
Morena Baccarin y Anthony Mackie se reparten el protagónico sin llegar a lucir. A la primera le alcanza el mote de sobreactuación, mientras que el primero aún no parece tener la espalda para soportar ser el centro de las luces. Sin embargo, en la repartija se equilibran y consiguen un saldo positivo.
Al final, la puerta abierta hacia una franquicia. Pero antes, una propuesta que seguramente pasará sin pena ni gloria, pero que logra recrear una efectiva muestra de las posibilidades del cine de ciencia ficción. Un relato que merece su visionado en pantalla grande.
0 comentarios