Dogman: Joker alternativo, amante del mundo cánido

por | 05-01-2024 | Cine, Reseñas | 0 Comentarios

Luc Besson y una versión personal de un vigilante nocturno

Dogman de Luc Besson descansa en el muy buen hacer interpretativo de Caleb Landry Jones y las reglas del mundo que crea el director. La nueva película del responsable de El Quinto Elemento nos lleva a la mente de una persona capaz de hablar con los perros con una mirada personal, particular y única. ¿Héroe noir o antihéroe moderno?

¿De qué va?

Douglas (Caleb Landry Jones) es un hombre lastimado, física y mentalmente. Desde pequeño, su abusivo padre lo dejó viviendo en una jaula rodeado de perros. Años más tarde, habiendo perdido la posibilidad de caminar, descubre una habilidad: es capaz de hablar y entenderse con sus compañeros de cuatro patas. Con esto en mente decide comenzar a utilizar a los perros para sus propias misiones.

Director europeo se ofrece

Luc Besson es un animal raro en el ecosistema cinematográfico occidental. Se hizo conocido en 1990 con Nikita, una película de acción con una protagonista femenina (algo poco común en esa época) y de allí en adelante nunca se detuvo. Dirige, escribe y produce para sus propias películas o para terceros. El perfecto asesino (León, 1994), El quinto elemento (Le Cinquième Élément, 1997), Lucy (2014) o Valerian y la ciudad de los mil planetas (Valérian et la Cité des mille planètes, 2017) son ejemplos de lo diverso y personal que es este artista.

Hay ciertos elementos presentes en todas sus películas: mucha acción, con poco enganche a lo “realista”, conexión con el género de las historietas, visos de cine noir, una protagonista o coprotagonista femenina poderosa, exageración y colores. Y esto no es algo que lo conecte con el cine de Estados Unidos, pero sin embargo sigue logrando colar sus productos allí. Estamos ante una figura que al ser contemporánea no logramos dimensionar su impacto, pero sin lugar a dudas será material de estudio en el futuro.

Douglas, el niño que se rompió

Doug, el protagonista de Dogman, es un antihéroe hecho y derecho. Su compás moral es polémico, no teme tomar decisiones que afecten a otras personas y no siente culpa o empatía hacia un mundo que hace mucho tiempo ya lo rechazó. Es un paria, un outsider, un olvidado del sistema.

En muchos (demasiados) aspectos, Douglas es como el Joker. No tuvo la contención del Estado en sus inicios, sufrió el abuso físico y mental de su padre y su hermano mayor, y a pesar de todo eso quiere ayudar creando un corral para perros, ¿el resultado? lo echan de un día para el otro para realizar negocios inmobiliarios. Como sucede con la película de Todd Phillips que protagoniza Joaquín Phoenix, uno no puede no sentir que algo de razón tiene para hacer lo que hace.

¿Cómo responder cuando la vida te da sólo limones? Entrenas a los perros que compartieron contigo toda la vida para que sean tu clan, tu grupo armado, y que de paso te hagan una limonada. Douglas luego de ser golpeado insistentemente por su padre y su hermano, y de vivir en una jaula sin alimento junto a un grupo de perros entrenados para peleas ilegales pierde la capacidad de caminar tras una bala disparada por su propio progenitor. Lo que sería un final se configura en un comienzo, ya que una vez que se libera de su familia su vida puede comenzar.

Lo extraño del mundo de Dogman

A Doug sólo lo salvó el arte: leer revistas escondidas durante su prisión en la jaula, pasarse horas leyendo libros en la biblioteca, consumir toda la bibliografía de Shakespeare… y conocer a una profesora de teatro que le enseña que puede actuar, ya que si “aprendes a actuar Shakespeare, podes actuar cualquier cosa”.

El personaje encuentra una motivación, una forma de canalizar el odio de tantos años a través del arte. Pero lo que podría ser una historia de redención muestra sus hilachas, cuando descubrimos que no todo es color de rosas. Cuando inicia la película, Douglas es detenido y conecta con una psicóloga a la que le cuenta su vida, y ese es el hilo conductor que guiará el relato. Sin embargo, hay idas y vueltas que buscan sumar información.

Nuestro protagonista nunca perdonó a su familia, nunca olvidó su dolor, sólo lo travistió. Doug trabaja en un bar de mala muerte, como travesti cantando canciones europeas clásicas, pero esa es su parte legal. Durante las noches usa a su manada de perros para robarle a los ricos y así vivir en un lugar abandonado que preparó para que toda su familia de cuatro patas pueda vivir y refugiarse. Pero todo va a comenzar a tomar un curso de colisión cuando se mete con una banda poderosa del barrio.

Lo realista vs Lo diferente

Luc Besson parece haberse sacado las ganas de hacer su propia película de origen superheroico, una suerte de Mr. Glass de M. Night Shyamalan, mezclado con el Joker pero que en lugar de ir a lo poderoso se queda en la escala de lo más pulp. Entendido como el género de héroes sin poderes pero capas, como El Zorro, El Fantasma o Dick Tracy. Porque lo cierto es que parece claro que Douglas habla con sus perros y ellos lo entienden, pero tampoco se termina de definir. Todo vive en el ámbito de lo plausible, una suerte de perro de Schrodinger de las probabilidades de estar viendo superpoderes.

Todo el universo de Dogman como personaje es bello y bizarro (en su faceta francesa, la de bizzare, extraño), siempre presentado vestido de mujer, con una troupe de perros que hacen todo lo que dice, con sus piernas ortopédicas… todo es una gran performance.

Pero eso se choca con el mundo real, el de la investigación que se inicia, el de los maleantes que lo buscan… esos dos mundos tan diferentes nunca logran amalgamarse en Dogman y eso es algo que no permite que la mezcla llegue a ser del todo satisfactoria. La simbología religiosa está clara, las reglas también, pero hay algo en esa conexión entre universos que nunca se llega a dar.

Sin embargo Luc Besson vuelve a mostrarnos su mirada del mundo, un mundo diferente y único, que aunque es sucio y rotoso no deja de llamar la atención. Lo que un artista sabe hacer, ya sea el director o su criatura cinematográfica.

Etiquetas

Compartir en las redes

Elian Aguilar
Escritor, cineasta, fanático de los comics, las peliculas y las series. Geek desde temprana edad, cuando descubrí que los kryptonianos podían morir y que existía la alegría a 24 fotogramas por segundo. Coleccionista acérrimo que no mide el espacio de sus colecciones. La revista Cine Fantástico y Bizarro me hace feliz y el Festival de Cine de Género Buenos Aires Rojo Sangre es mi lugar en el mundo.

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

×