George Miller vuelve a la épica de Mad Max

Una franquicia de ciencia ficción que se reinventa a cada paso, pero que mantiene a un director mayor de edad pero joven en sus conceptos. Conocimos a Max y a Furiosa cuando eran adultos, ahora es momento de ver la historia de origen de la manca más peligrosa de los páramos en Furiosa: De la saga Mad Max.

¿De qué va?

Mientras el mundo caía, la joven Furiosa es arrebatada del Lugar Verde de Muchas Madres y cae en manos de una gran Horda de Motociclistas liderada por el Señor de la Guerra Dementus. Navegando por Wasteland, se encuentran con la Ciudadela presidida por The Immortan Joe. Mientras los dos Tiranos luchan por el dominio, Furiosa debe sobrevivir a muchas pruebas mientras reúne los medios para encontrar el camino a casa.

El cine de ciencia ficción occidental tiene como primera cuna Estados Unidos, luego sigue Europa, Oriente y muy en el fondo otros países menos industriales en términos cinematográficos. La saga de Mad Max, venida desde Australia, no sólo posicionó al ícono de estrella a Mel Gibson sino también a su director George Miller.

Este hombre -de hoy unos jóvenes 79 años- logró canalizar cada una de sus inquietudes en una historia que no reparaba en ser ordenada y canónica, sino en generar sensaciones y preguntas mientras se descontrolaba en escenas de acción con nivel superlativo.

Pero los tiempos cambian, y la franquicia tuvo su reverdecer en Mad Max: Fury Road (2015), un regreso demoledor que volvió a poner en el centro de la escena a un director algo olvidado por el gran sistema. Y eso tiene su costo: «queremos saber más sobre este universo».

Mad Max: Fury Road se desarrolla algunos años después de lo visto en la trilogía protagonizada por Mel Gibson, y aunque aparece un personaje llamado igual -e interpretado por el gran Tom Hardy– la cronología confirmaría que es otro hombre con el mismo nombre.

En Furiosa: De la saga Mad Max volvemos algunos años atrás y vemos a Anya Taylor-Joy interpretando a una joven Furiosa, personaje que inmortalizó Charlize Theron.

Y acá comienzan los problemas. Evidentemente George Miller no gusta de seguir los estándares occidentales de entretenimiento, donde todo debe ser un gran entramado multimedial que permita exprimir historias con personajes entremezclados y sagas ordenadas.

El punto más flojo de Furiosa: De la saga Mad Max es su guion, co-escrito con el co-guionista de Fury Road, Nico Lathouris.

El universo planteado en la trilogía original tenía visos del cine de zombies: algo ocurría que destruía el mundo (un evento catastrófico nuclear) pero del que no sabíamos ni veíamos nada. Y lo que quedaba era ver cómo se vivía en esa nueva realidad. Hoy todo tiene que ser sobre-explicado.

La historia busca no sólo mostrar el origen de Furiosa, sino que rellenar el vacío entre la trilogía original y Fury Road. Y eso lleva a situaciones arbitrarias y algo bobaliconas, el personaje de Anya es transportada de lugar en lugar sin mucha relación de continuidad.

Si uno se pone a pensar en la causalidad, el velo se rompe.

¿Cómo se soluciona? Con secuencias de acción espectaculares, que no abundan en CGI generador de situaciones, promoviendo un uso más práctico de los efectos visuales que los hacen sentir que se te vienen encima. Y se agradece, porque cuando usan croma se nota demasiado.

Lo dicho: Anya Talyor-Joy tiene la dificultosa tarea de llenar los zapatos de Theron, y lo hace a base de carisma y buenos primeros planos. Chris Hemsworth (Dementus, uno de los villanos y némesis de la protagonista) no puede despegarse tanto de su papel de bufón, y la sobre-explotación de su personaje le baja el precio cuando se la compara con las breves pero potentes apariciones de Immortan Joe.

La aparición de un tercer protagonista pasada la mitad de película (Praetorian Jack, interpretado por Tom Burke) genera una sensación de falta de cohesión que sorprende.

Furiosa: De la saga Mad Max a pesar de sus traspiés a nivel narrativo, ofrece un espectáculo visual que demuestra que para hacer cosas que se vean bien sólo es necesario un director con visión y personalidad. Una semilla para pensar en un futuro más prometedor, y que se parezca menos al páramo que ofrece Wasteland.