Narrativas ficticias que chocan con la realidad

Alex Garland -director de Ex-Machina, Annihilation y Men– vuelve a la carga, y lo hace por la puerta grande. Una historia de corte fantástico y especulativo, que es aterradoramente real y posible. Una carta de amor al periodismo, y una foto de la actualidad a nivel mundial. Guerra Civil es un pedido de atención antes de presionar el botón rojo.

¿De qué va?

Cuatro periodistas se adentrarán en un arriesgado viaje a través de un país devastado por una nueva y explosiva guerra civil. Enfrentándose a peligros inimaginables, este valiente grupo recorrerá miles de kilómetros en búsqueda de su objetivo: documentar la toma de posesión del gobierno. Entre trincheras, tanques, ataques aéreos y enfrentamientos llenos de acción al borde de la muerte con la adrenalina corriendo por sus venas y el destino de la nación en juego.

Enfrentar Guerra Civil (Civil War) no es gratuito. No es entretenimiento pochoclero no-brainer (aunque funciona en lo entretenido) ni busca perpetuarse como franquicia para abrir algún que otro multiverso. Por eso es tan necesaria.

En un futuro «distópico», dos estados de Estados Unidos deciden separarse e iniciar una guerra de secesión como antaño. Claro que ahora hay armas de destrucción masiva, tanques y sobreinformación a través de los medios.

Un grupo de periodistas (interpretados por Kirsten Dunst, Wagner Moura, Cailee Spaeny y Stephen McKinley Henderson) deciden hacer un viaje de Nueva York a Washington DC -aproximadamente 1500 kilómetros- para poder entrevistar al presidente antes de la sublevación final.

Tres generaciones amantes del fotoperiodismo, a punto de entrar a una zona de guerra en su propio país.

Garland vuelve a interpretar con buen timing el sentimiento de la época. Con Ex-Machina se adelantó un poco a la discusión sobre Inteligencia Artificial. Acá parece haber llegado justo a la balcanización de ciertos territorios por todo el mundo.

Lo que sucede entre Ucrania y Rusia, que también sucede en otras regiones… incluso Argentina.

Guerra Civil lo muestra sin sutilezas, generando los peldaños de a poco para que no sea demasiado fuerte el golpe de esta nueva realidad para el que se embarca sin saber que va a encontrar.

Es una película sobre la guerra. Pero entre hermanos, entre propios… corolario de una erosión mediática y de las redes sociales que fue separando cada una de las burbujas y nos convirtió en enemigos de nuestros propios vecinos.

También una muestra de lo que una persona débil y cobarde en el poder puede llegar a generar. Es imposible no ver en el personaje del presidente a algunas personalidades de la política derecha actual que se muestran altaneros y maleducados, pero ante el primer atisbo de violencia esconden la cola entre las piernas.

Respeta todos los tropos del cine de catástrofe, pero llevándolo hacia un lugar de contemplación y normalización que solo produce -aún más- escozor.

Las actuaciones, el sonido, la puesta de cámaras y el manejo de la tensión destacan, conviviendo y potenciándose para dar vida a una película de la que se le puede criticar pocas cosas.

Lo de Kirsten Dunst ya es conocido, pero la irrupción de Cailee Spaeny le ofrece frescura y sorpresa al elenco. Algunas secuencias nos llevan a cosas más propias como Okupas, mientras que la secuencia final es un espectáculo que vale el IMAX por sí mismo.

Guerra Civil es una bocanada de aire fresco, una muestra de que el entretenimiento y la crítica social pueden ampararse en el fantástico y el cine de catástrofe para hacernos pensar mientras nos maravillamos con lo que vemos.