Juega o muere: terror con dos caras conocidas de Netflix y muy poco conocimiento del género

por | 30-11-2023 | Cine, Reseñas | 0 Comentarios

Una película sin terror demasiado oscura

Hay un elemento extraño de crueldad en los juegos de niños (las traes o la mancha, el ahorcado, Simón
dice) y, a veces, se lleva demasiado lejos. Juega o muere sigue a un grupo de hermanos que juegan a un juego que tiene un giro diabólico. Con un actor y una actriz de las grandes producciones de Netflix hoy.

¿De qué va?

Marcus Fletcher (Asa Butterfield), Billie Fletcher (Natalia Dyer) y Jonah Fletcher (Benjamin Evan Ainsworth) son tres hermanos que viven sobreviviendo en un tranquilo barrio con una madre soltera (Kathy Fletcher, interpretada por Annabeth Gish) que además de cuidarlos debe hacer lo propio con un hermano desempleado. Jonah, el menor, encuentra en una cabaña abandonada un cuchillo que comienza a hablarle y que tiene una frase que -al exteriorizarla- pondrá en movimiento un juego sangriento en el que nadie va a sobrevivir.

Desconocimiento del género

Juega o Muere (All Fun and Games, 2023) tiene todos los elementos que podrían hacer que una película funcione dentro del mundo del horror: algunas caras conocidas entre las que aparecen los dos protagonistas -Butterfield de Sex Education, y Dyer de Stranger Things-, una maldición cargada de brujería y un pueblo tranquilo con posibilidades de convertirse en un baño de sangre.

Pero la cinta de Eren Celeboglu y Ari Costa (sin ninguna experiencia en largometrajes) comienza a caer en errores groseros de realización, fotografía y manejo de actores desde el inicio de los títulos. Extrañamente la película inicia con una frase a medio completar y entender, para dar paso al título de la misma. Podría ser un error de traducción o simplemente una muestra del poco tino del binomio en dirección.

A partir de ese momento, todo es un show de malas decisiones, poca visión y aburrimiento extremo.

No saber jugar con los elementos

En Juega o Muere todo podría ser simple, incluso caer fuertemente en el lugar común y seguir funcionando. Una familia algo disfuncional, personajes que responden a arquetipos de víctimas, un lugar cargado de mística como es Salem…

Ya sólo el espacio en donde ocurre la acción es semillero para contar las mejores historias. La historia de Salem, tan cargada de leyendas y mitos sobre brujería, es el entorno ideal para florecer desde el horror. Pero ni eso, a pesar que con una voz sobre-explicativa al inicio ponen a Salem como fuente de poder oscuro y juegan con el concepto de lo que se conoce o no sobre su historia, se olvida al final de los primeros minutos y nunca se regresa.

Tanto Asa como Natalia están absolutamente desaprovechados en papeles que podrían haber sido divertidos de abordar con un conocimiento sobre dirección de actores. Mientras la actriz de Stranger Things encarna a su personaje con cierto agotamiento y casi en piloto automático, se nota que Asa, el hijo de la sexóloga en Sex Education, quería algo distinto y divertirse. Pero es tan fuera de tono la búsqueda, que queda desubicado y mal actuado. Si siguen en su carrera como estrellas, seguramente se arrepientan de este traspié.

Que el último en salir prenda la luz

En términos técnicos una de las cosas más irritantes de Juega o Muere es que está tan mal iluminada que se pierde todo lo que se cuenta. No es que buscaban sub-exponer la fotografía de manera que, quitando brillo y contraste, ayude a esconder elementos y a potenciar otros, ayudando al clima de terror. Literalmente parece haber sido iluminado por un estudiante de universidad del cine de primer año que está haciendo sus primeros pasos en la industria. Nada se entiende, no se focalizan ciertos momentos o elementos en detrimento de otros, es tan oscura que la sangre parece negra y pierde potencia. Uno imagina al equipo de arte preguntándose porqué se dedicó a cargar de elementos la puesta en escena, si luego nada se iba a entender.

Y por último la historia… el guión de esta película convierte a cosas como la saga de Rápidos y Furiosos como una masterclass de Charlie Kaufman. De alguna manera se siente como que quien escribió el guión (o los directores) dan por hecho que quienes vemos conocemos todas las reglas del cine de terror de todo el mundo, y por ello no es necesario construir el verosímil en esta cinta. Y no lo realizan escondiendo información, que uno podría entenderlo como una suerte de truco de magia, sino que lo llevan a cabo cayendo en los recursos más vulgares y estereotipadamente vetustos del mundo del terror.

Efectos de material antiguo sobre el fotograma, pasajes al pasado en donde la imagen se vuelve amarillenta, niños vestidos de la década del 1600 mirando fijo sin decir nada, una mecedora que se mueve sola, fantasmas que a veces hablan y a veces no, que a veces los ven todos y a veces no, personajes que están quietos y de repente se mueven rápido para tirar un jumpscare frente a la cámara intentando generar así terror. Repito el término: ni siquiera un estudiante de primer año realizaría algo tan burdo.

El final parece sacarse de la galera, sin construcción y -sobre todo- sin sentido. Ni la resolución ni la explicación se construyen, y antes de dar lugar a los créditos muestran un plano (típico nuevamente) como para dar a entender que esto podría continuar. Lo que sería raro, teniendo en cuenta el mal desempeño, sin embargo sabemos que la fábrica de hacer sueños (o lavar dinero) de Hollywood siempre da segundas oportunidades. ¿Lo mejor de Juega o Muere? Que a la hora y diez minutos aparecen los créditos y uno puede salir corriendo de la sala a insultar y sacarse la frustración del cuerpo.

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Elian Aguilar
Escritor, cineasta, fanático de los comics, las peliculas y las series. Geek desde temprana edad, cuando descubrí que los kryptonianos podían morir y que existía la alegría a 24 fotogramas por segundo. Coleccionista acérrimo que no mide el espacio de sus colecciones. La revista Cine Fantástico y Bizarro me hace feliz y el Festival de Cine de Género Buenos Aires Rojo Sangre es mi lugar en el mundo.

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