La vida de Chuck: Sólo se trata de vivir

por | 22-08-2025 | Cine, Reseñas | 0 Comentarios

La vida es una moneda

Los nombres Mike Flanagan y Stephen King se entienden rápidamente como sinónimos del terror. Pero para ser expertos en el horror, es necesario conocer su reverso, y ambos lo dejan explícito en La vida de Chuck, una historia fantástica sobre una vida normal. ¿O es al revés?

¿De qué va?

La vida de Chuck son tres historias separadas que se enlazan para contar la biografía de Charles Krantz en orden inverso, comenzando con su muerte por un tumor cerebral a los 39 años y terminando con su infancia en una casa supuestamente encantada.

La vida de Chuck utiliza el arte como metáfora de lo que se cuenta. ¿No es sino explícito que toda la gráfica se apoye en tonos azules, como el mar, lugar dónde comenzó la vida como conocemos? Mike Flanagan regresa al cine y lo hace en una faceta desconocida para muchos.

La película se basa en una historia corta de Stephen King, que abandona su parte más oscura para conectar con las energías que conocimos en obras como The Green Mile. Para conocer el terror y la muerte, hay que amigarse con la vida, y esta historia lo respeta a rajatabla.

La narrativa se separa en tres «cortometrajes», tres estructuras que funcionan en sí mismas pero se relacionan en el gran esquema de las cosas. Y estos actos a su vez, van del cierre al comienzo. Primero somos testigos del final del mundo, y volvemos hacia donde todo arrancó.

En la primera historia el tono apocalíptico se va amigando con lo fantástico en una transición sutil, esperanzadora y bastante terrorífica. La sociedad comienza perdiendo internet, luego el conocimiento, la cordura y finalmente la energía, involucionando en una sombra que sólo enciende un cartel con la frase «39 grandes años, gracias Chuck».

En el medio, una historia de amor, perdón y reconciliación. Un grito en la oscuridad para escapar de la soledad, para dejar de huir, para reencontrarnos con lo que somos. Y siempre, en todo lugar, la figura -cómo si del Mago de Oz se tratase- de Chuck.

La extrañeza de la sobre comunicación de este «empleado» que se retira tras treinta y nueve años en el fin de una era, se va volviendo más explícita hasta el final, donde se convierte en el nodo central de la historia general. Llegando al paso de la segunda historia, definimos al héroe… ahora sólo resta conocerlo.

En el segundo acto aparece Chuck, interpretado por Tom Hiddleston. La voz en off que relata todo desde sus inicios, nos adentra en sus miedos y contradicciones, generando una empatía y a la vez complejizando a un personaje que es realmente el «que tipazo» definitivo.

Mientras, la corporalidad del protagonista se pone en juego, cuando decide -ante un recuerdo que le despierta una conexión con su pasado- compartir un momento con una baterista en la mitad de una calle peatonal y regalarnos una coreografía maravillosa.

Si algo le faltaba a este actor es demostrar que todo lo puede, realizando un baile (primero en solitario y luego acompañado) que además de estético y bonito, es una supuración de sus miedos y frustraciones. Un escape tribal catártico arraigado a sus raíces.

Y en el tercer acto conocemos su niñez, entendemos a que respondía ese recuerdo antes de bailar, y descubrimos a sus abuelos. Flanagan vuelve a confiar en Mark Hamill, que apela a su figura de autoridad algo renegada, para esconder un secreto a su nieto. Secreto que será la llave hacia el comienzo (¿o final?), que ya contemplamos de esta historia.

La vida de Chuck es hermosa, pero triste a la vez. Algo empalagosa, pero amarga y cínica. Es un retrato de cada una de las características que hacen a la vida única, singular y extraordinaria. Particular y eterna, como Chuck.

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Elian Aguilar
Escritor, cineasta, fanático de los comics, las peliculas y las series. Geek desde temprana edad, cuando descubrí que los kryptonianos podían morir y que existía la alegría a 24 fotogramas por segundo. Coleccionista acérrimo que no mide el espacio de sus colecciones. La revista Cine Fantástico y Bizarro me hace feliz y el Festival de Cine de Género Buenos Aires Rojo Sangre es mi lugar en el mundo.

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