Ahora lo ves, y ahora no

El equipo de magos superheroícos (o algo así) se vuelven a unir nuevamente, pero esta vez abriendo paso al legado. Una suerte de reunión de egresados con ganas de juntarse, que se divierten a lo loco, y además cumplen las reglas del género. Nada es lo que parece 3 ofrece lo que promete.

¿De qué va?

En esta tercera entrega de la franquicia, los Cuatro Jinetes regresan, pero no están solos. Una nueva generación de ilusionistas se une a ellos para llevar la magia a un nivel completamente nuevo. La historia gira en torno a un robo de diamantes que involucra a estos ilusionistas retirados y a los nuevos artistas, quienes deben trabajar juntos para detener a un grupo criminal peligroso.

El cine tiene un espíritu lúdico desde su concepción. Además de arte es espectáculo, y como tal su nacimiento fue en los circos, y en los espacios dónde la gente colocaba una moneda para maravillarse. Y Nada es lo que parece 3 parece entender eso perfectamente.

La historia de los magos, ilusionistas, robin hoodes, o simplemente vengadores que comenzó hace casi quince años se concentra en el espectáculo como forma de expresión artística. Ellos son entretenedores, los cuatro originales (Jesse Eisenberg, Woody Harrelson, Isla Fisher, Dave Franco) y Lula de la segunda (Lizzy Caplan) entendieron que el foco de luz es poderoso.

Tan poderoso que permite una tercera parte, en una saga que tiene entre sus nombres a gente como Mark Ruffalo, Daniel Radcliffe, Morgan Freeman o Michael Caine. Y llegamos a ella con un elenco establecido, figuras, que como sucedía en Ocean´s Eleven, se juntan por el simple hecho de divertirse a lo grande. Y lo contagian.

Nada es lo que parece 3 (Now you see me, now you don´t) es una historia de legado. En un mundo dónde el grupo protagonista (Los 4 jinetes del apocalipsis) desapareció del mainstream, un nuevo equipo toma las riendas haciéndose pasar por ellos. Justice Smith, Dominic Sessa y Ariana Greenblatt son la sangre jóven, los que devuelvan el fuego sagrado al equipo original.

Y como en las dos anteriores, el villano está a la altura. Rosamund Pike no abandona su matiz de mujer empoderada de alta alcurnia, más mala que la peste negra, pero con la capacidad camaleónica de ser erotizantemente inofensiva. Cada una de las escenas donde aparece, la cámara parece amarla una y otra vez.

Todos vuelven, como si fuese un encuentro de egresados que se comunicaron por facebook. Y lo hacen con alegría, ninguno está en piloto automático evidente. Y ese sentimiento de reencuentro es el espíritu libre que nos hace creer un poco más en la magia.

No busquen demasiadas complicaciones, la historia es simple y efectiva. Si son habitues de las películas de heists (robos planificados) se siguen al pie de la letra cada uno de los pasos, y se adivina el giro del tercer acto antes de arrancar el segundo. Pero si la búsqueda es dejarse llevar y fascinar, el juego funciona mejor.

El guiño al mundo de la magia y la utilización de la tecnología para esos fines es ocurrente y refrescante, al igual que los chistes internos propios de la franquicia (¿y de quizás la vida real de sus actores?) que dan una idea de cohesión y suman al sentimiento de juego y diversión del equipo.

Nada es lo que parece 3 es de esas experiencias no-brainer, ideal para entrar al cine y dejarse llevar a base de una historia que sigue al pie de la letra las reglas del subgénero, un elenco variado y potente que se divierte y lo hace sentir, y algunas vueltas de tuerca que nos piden estar activos y atentos a lo que pasa, que quizás… no la ves.