Viviendo con el sonido en mute
Corea sigue ofreciendo opciones audiovisuales complejas, sorpresivas e inmersivas. Una historia que es tanto un relato de fantasmas, como una carta de protesta sobre la gentrificación. Y con una protagonista con una discapacidad auditiva. Esto es Noise: Sonidos del más allá.
¿De qué va?
Joo‑young, padece pérdida auditiva y vive con su hermana Joo‑hee en un edificio nuevo. Joo‑hee desaparece y Joo‑young, alarmada, vuelve desde el campo para buscarla. Pronto descubre que ruidos inexplicables emanan de las paredes, sumiéndola en una pesadilla sensorial que revela verdades horribles escondidas entre los muros.
Ya no es sorpresivo decir que las mejores narrativas vienen de oriente. Pero quizás no sea un tema de moda o gusto coyuntural, sino una construcción basada en una libertad de acción y forma de ver el mundo que cada vez se aleja más del acartonamiento yanqui.

Las películas funcionan como motores de búsquedas estéticas, filosóficas y sociales. Si estos tres parámetros se cruzan en una historia eficaz, todo se convierte en una fiesta para los sentidos. Noise: Sonidos del más allá se mueve en este universo, y suma el factor del miedo.
La ópera prima de Kim Soo-jin utiliza una narrativa conocida por el horror oriental: el fantasma. Una dinámica reconocida que gusta de los jumpscares, la gente con la piel consumida y mucho pelo negro. En este caso suma la búsqueda de una protagonista, con discapacidad auditiva, de su hermana desaparecida. Un pasado doloroso, una sociedad fracturada y un secreto escondido en el fondo del capitalismo.

Noise: Sonidos del más allá maneja un tono que desequilibra, porque nunca termina de confirmar si estamos ante un thriller o una historia con tintes fantásticos. La búsqueda pone de manifiesto un problema habitacional, vecinos con oscuras intenciones y malestar general. ¿Puede que todo sea simplemente una discusión vecinal?
En este juego de verosímiles se apoya en el universo sonoro para ofrecer una experiencia inmersiva, focalizada en su protagonista, Joo‑young (Lee Sun-bin), que debe utilizar aparatos auditivos para oir, disfrutando al máximo el silencio. Ponernos en sus oídos nos mete de lleno en su mundo y la forma de vivirlo.

La gentrificación es otro elemento que sale a la luz, y que está siendo la base de muchas películas coreanas. El cine como forma de retratar una coyuntura. La necesidad de vender un edificio que tiene en sus bases un basural ilegal, convierten el espacio en una tumba de silencio cómplice, una desaparición puede romper ese equilibrio.
Los personajes son extremos e incómodos, y pocas veces se comportan de la manera que esperamos. Los villanos no lo son tanto, y quienes creemos pueden ser responsables se van turnando en la masacre. Es cierto que el final se adivina a partir de la segunda mitad, pero eso no corta el disfrute del camino.

La tensión como incomodidad, la familia como motor a caballo de fé, y el silencio como escudo de contención social son los pilares desde donde la película se apoya para retratar una situación que muchos coreanos viven. La cultura siendo retratada en una historia fantasmagórica.
Noise: Sonidos del más allá no ofrece demasiada novedad, además del tema sonoro, pero vuelve a demostrar la fortaleza y constancia de un cine oriental que tiene algo para decir. Es correcto, toma decisiones arriesgadas y ofrece un espectáculo que aterra y además ayuda a pensar. Y eso no es poca cosa.


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