Poderes Ocultos: X-Men en situación de Kindergarten

por | 31-08-2023 | Cine, Reseñas | 0 Comentarios

Desde Noruega, suspenso y el horror con poderes especiales

Poderes Ocultos (De Uskyldige / The innocents, 2021) finalmente llega a la pantalla grande en un estreno atrasado, producto del mal timing de su lanzamiento durante el momento más complicado de la pandemia por el virus COVID-19. Luego de su selección para competir en la sección Un certain regard del Festival de Cine de Cannes de 2021, la película fue enamorando a través del boca a boca.

¿De qué va?

Durante el luminoso verano noruego, unos niños empiezan a desarrollar poderes sobrenaturales que toman un cariz oscuro y perverso.

Eskil Vogt es un director más reconocido por sus trabajos en la escritura que detrás de la cámara. De sus manos se escribieron guiones como La maldición de Thelma (Thelma, 2017) o La peor persona del mundo (Verdens verste menneske, 2021), ambas dirigidas por Joachim Trier.

Ese buen hacer escritural lo lleva a concebir una obra intensa, efectiva y agobiante… algo así como ser un infante en un mundo como en el que vivimos.

Ida (Rakel Lenora Flottum) es una niña que se establece con sus padres en un condominio de esos gigantescos de Noruega. Con ellos, se muda Anna (Alva Brynsmo Ramstad) su hermana mayor, una persona con autismo no verbal; esto hace que toda la atención de sus padres se vea absorbida por esta situación, haciendo que Ida salga al bosque y conozca nuevas personas.
Primero conoce a Ben (Sam Ashraf) y luego a Aisha (Mina Yasmin Bremseth Asheim), dos niños con personalidades bastante antagónicas. Mientras Ben saca a relucir toda la maldad innata que puede contener en un cuerpo tan pequeño una criatura, Aisha apela a la emocionalidad y empatía; esto logra conectarla de manera muy íntima con Anna. La relación entre estos cuatro personajes es lo que va a llevar adelante todo el relato.

¿Estamos entonces ante una película similar a El proyecto Florida (The Florida Project, 2017)? No, porque el dato que falta de todo esto es que estos personajes tienen capacidades… especiales.

En este pueblo noruego, con colores desaturados y estructuras que recuerdan a series como Chernobyl (2019), algunos niños parecen haber desarrollado superpoderes. Y no es la excepción en el caso de nuestros protagonistas… y como tan bien enseñó el tío Ben “un gran poder conlleva una gran responsabilidad”, ¿qué podría salir mal en niños superpoderosos sin atención de adultos y serios problemas de socialización? La respuesta no les sorprenderá.

Poderes Ocultos goza de una cualidad gigantesca: no es explícita. Acostumbrados a narrativas estadounidenses con tendencia a la sobre explicación ante la posibilidad que el público “no lo entienda”, la película de Eskil Vogt todo el tiempo juega con lo no dicho, con lo no visto.

Sí, estamos ante una historia de personas con poderes; pero la sutileza es la marca registrada que va a guiar las casi dos horas de esta película.

Se nos ofrece un escenario de “realidad” que logra potenciarse dentro de su verosímil de una manera muy efectiva y directa. No sabemos porqué de un momento a otro estos chicos tienen poderes, no sabemos producto de qué es; no hay alguna explicación del tipo “contacto extraterrestre”, “desechos tóxicos en el lago” o “alimentos transgénicos”, simplemente es. Y nosotros como espectadores entramos por la puerta grande de esa narrativa sin hacernos demasiadas preguntas: lo que cuenta a través de las herramientas audiovisuales es lo que la hace funcionar.

¿Y esto por qué ocurre? Porque básicamente empatizamos directamente con lo que vemos. Ser niño en estos tiempos de productivismo capitalista, violencia doméstica, bullying, racismo y pobreza es descorazonador. Se pierden las variables de lo lúdico en pos de enaltecer el odio y el resentimiento, pero sin el límite que impone la experiencia de desconocerse en la animalidad. Para un niño jugar a matar a un animalito en un bosque no toca ninguna fibra moral, es solo un juego más… ¿y si vamos más allá?

A medida que el relato avanza, los hechos de violencia que rodean a los cuatro niños se vuelven más y más potentes. Lo mismo ocurre con sus poderes.

Parecería que la maldad es el combustible que enaltece las capacidades de este grupo. Pero cada uno lo maneja de acuerdo a su personalidad: Ben es un resentido y sólo busca destruir todo lo que le rodea, Aisha abre su corazón y apela a su costado más ingenuo logrando conectar con el dolor que sienten otras personas, Anna… Anna es un misterio.

Lo interesante es que quien parecía en un comienzo ser la protagonista, Ida, termina siendo el conducto por el que cada uno de los otros pueden crecer y desarrollar su especificidad. No obstante, el camino más completo, el arco definitivo, viene de su lado.

Estamos acostumbrados como espectadores al juego de artificio del cine de los últimos años: luces de colores y sonidos estridentes que se desarrollan frente o detrás de un actor parado ante una pantalla verde (o azul). Todo se vuelve plástico y ficticio. 

¿Es necesario tanto ruido para contar una historia de chicos con poderes? ¿Es necesario que vuelen por los aires arrojando rayos de sus ojos? No, en lo absoluto.

El universo que plantea Poderes Ocultos se siente plausible. Similar a esos juegos en los que hacíamos fuerza cerrando los ojos y concentrándonos para que se mueva un objeto en la habitación, o estirando la mano como si fuésemos jedis (o siths, no hay que aleccionar) para que se abra la puerta automática en el local de compras… No es necesaria la espectacularidad pero sí el buen hacer audiovisual: el tipo de plano, los tiempos, las actuaciones, la cadencia. En el enfrentamiento final esto se hace incluso más notorio, y se celebra.

Cada uno de los silencios de los protagonistas y del ambiente que los rodea cuando la cámara registra esos paisajes gigantescos, permiten que los momentos más crudos se acentúen. La violencia es tan cercana y posible, que nos hace repensar qué ocurriría si tuviésemos poderes especiales y mucho resentimiento con nuestro jefe o un compañero de trabajo. La puesta en escena realista, permite darle más vuelo a la faceta más fantástica.

Poderes Ocultos es un gema, de esas que no aparecen tan seguido. Quizás porque escapa del cine fórmula de Estados Unidos que quedó atrapado en la cosa superheroica al estilo Marvel, quizás porque lo resuelve con las infancias (un elemento no tan explotado, salvo en casos como la literatura de Stephen King) y además está bien actuada. Su ritmo lento y cansino, su estética gris y desaturada, su violencia descarnada y atávica, van colocando cada uno de los eslabones en el lugar que corresponde para un final a la altura de las circunstancias. Sin mucho ruido, pero con gran impacto.

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Elian Aguilar
Escritor, cineasta, fanático de los comics, las peliculas y las series. Geek desde temprana edad, cuando descubrí que los kryptonianos podían morir y que existía la alegría a 24 fotogramas por segundo. Coleccionista acérrimo que no mide el espacio de sus colecciones. La revista Cine Fantástico y Bizarro me hace feliz y el Festival de Cine de Género Buenos Aires Rojo Sangre es mi lugar en el mundo.

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