John Woo y Joel Kinnaman en una ráfaga de acción silenciosa
En una película impensada de Navidad, el actor Joel Kinnaman inicia una vendetta por el asesinato de su hijo. El director chino John Woo vuelve a dirigir en occidente, con un personaje mudo que busca venganza. Tiros, golpes, y muertes en un sinsentido que pone el divertimento por encima de cualquier otra cuestión, Venganza Silenciosa.
¿De qué va?
Brian Godlock (Joel Kinnaman) ve cómo su vida se deshace en pedazos luego que un tiroteo entre narcotraficantes de su barrio termina con la vida de su único hijo, producto de una bala perdida. Ante la desesperación ataca a los delincuentes, y termina siendo acribillado por ellos, en el proceso uno de los casquetes le rompe las cuerdas vocales. Tiene un año para recuperarse, entrenarse y tomar venganza.
El regreso de un disruptivo
La historia de John Woo es algo similar a la de una Cenicienta. Nacido en Guangzhou, China, en 1946, Woo inició su carrera en Hong Kong, donde dirigió más de 20 películas antes de conquistar la industria estadounidense. Su llegada a Hollywood en la década de 1990 marcó un antes y un después en Estados Unidos, fusionando la estética del cine oriental con la cinematografía occidental.
Woo se destacó con películas emblemáticas que definieron el género de acción, como El asesino (The Killer, 1989) y Duro de vencer (Hard Boiled, 1992), reconocidas por sus secuencias de tiroteos coreografiadas con maestría. Su salto a Hollywood incluyó éxitos como Misión Imposible II (2000), protagonizada por Tom Cruise, donde su estilo visual y marcas de autor llevaron a la franquicia a lugares insospechados. Otras obras destacadas incluyen Contracara (Face/Off, 1997), con John Travolta y Nicolas Cage intercambiando identidades en una trama divertida y sinsentido, y Código: flecha rota (Broken Arrow, 1996).
Luego del cambio de milenio, comenzó a bajar la producción para Occidente, y nos regaló algunas producciones en Oriente. Ahora, después de muchos años volvemos a ver algo de su factoría.
El desgaste de los años
Ahora, hay que intentar determinar si su regreso es con gloria o con cierto espíritu cansino, y hay más de la segunda opción que la primera. Pero hasta parece algo consciente, ¿acostumbrados a que aparezcan palomas en sus planos? A comienzos de Venganza Silenciosa, ante un ventanal de un hospital va apareciendo un ave saliendo y entrando de cuadro frente a la cámara, uno conociendo al director sabe a qué atenerse, pero cuando se apoya en la ventana vemos que es un pajarito amarillo, el protagonista lo mira extrañado y allí termina esa situación. Parece un mensaje de rendición más que de cinismo.
Lo mismo ocurre con sus recursos extravagantes: en esas primeras escenas en el hospital, vemos a Saya (Catalina Sandino Moreno), la esposa del protagonista, con las manos manchadas de sangre subiendo desesperadamente unas escaleras. La acción se detiene cada 20 segundos para hacer un zoom digital a la cara con un frame congelado. Uno podría entender que es una marca de autoría, pero no vuelve a usarse el recurso nunca más en la película.
John Woo sabe dirigir acción. Y es uno de los referentes máximos, pero en Venganza Silenciosa parece estar contenido, maniatado, y que ciertas situaciones parecen ser su “playroom” personal a donde puede ser él mismo. De mitad en adelante, es una gran y genérica película de tiros y golpes, salvo algunas pinceladas de lugares comunes novelescos.
El grito ahogado de la violencia
El protagonista no puede hablar, así que todo lo que se va construyendo se apalanca en la acción. Básicamente, es un ejercicio de guión que permite explotar al máximo las características del dispositivo audiovisual: que lo que se muestra es lo que guía la historia en detrimento de lo que se dice. Los diálogos son una herramienta para sumar información, pero los guionistas y realizadores más perezosos terminan cayendo ante su poder, dándole más relevancia a lo que se dice que a lo que se muestra.
Este es un punto positivo de Venganza Silenciosa: vamos reconstruyendo lo que ocurre a partir de las actitudes del protagonista. Y lo hacemos conociendo el subgénero al que pertenece, el de la violencia y venganza. Prima / hermana del “rape & revenge” (violación y venganza), esta categoría genérica pone a un “hombre normal” como víctima de un hecho de violencia extrema hacia su persona o su familia, que lo lleva en una espiral descendente hacia la locura violenta.
Si vamos al lado del cine clásico, podemos pensar en Charles Bronson y su clásico El vengador anónimo (Death Wish, 1974), que tuvo una remake con Bruce Willis, dirigida por Eli Roth en 2018. Más cercana a este tiempo, y también hija de un director de renombre, podemos traer a Sentencia de Muerte (Death Sentence, 2007) protagonizada por Kevin Bacon y dirigida por James Wan.
Si pensamos en los cómics, lo primero que aparece es el personaje de The Punisher, que luego de ver a su familia siendo acribillada en un parque por una guerra entre bandas decide tomar justicia por mano propia. Incluso si vamos a la ciencia ficción, lo mismo ocurre con películas como Upgrade: Máquina Asesina (Upgrade, 2018) donde luego de que su mujer sea asesinada por un grupo de varones, el protagonista decide injertarse un chip que le permite tomar revancha.
Diversión inconsistente
En Venganza Silenciosa, el protagonista pierde demasiado tiempo siendo autocompasivo, lo vemos triste por la pérdida de su hijo, por la relación que no puede retomar por su esposa y por un sistema policial que no está a la altura. Pero luego, cuando decide preparar su cuerpo y conocimientos para asesinar, y se pone como fecha la Navidad para crear un baño de sangre un año después de su peor jornada, la película no se detiene.
Y puede llegar a ser un problema eso, no se detiene porque Brian Godlock no encuentra nada que vaya contra su conflicto: a pesar que no trabaja tiene dinero para comprarse de todo, en cinco meses logra tener un cuerpo soñado, logra pagar cursos de tiro, aprende por youtube, entra a un edificio gubernamental y saca fotos de toda la información de los maleantes como si fuese wikipedia, tiene los mejores lentes fotográficos teleobjetivo, y es un as en el manejo de la computación.
Y como sucede con Contracara (una experiencia vorazmente divertida pero que si la pensas un segundo no tiene ningún tipo de coherencia), hacia el final todo es súper disfrutable pero arbitrario. Hasta eso lleva a problemas de estructura narrativa, cuando se suma un “protagonista” en el enfrentamiento final que casi no tuvo desarrollo ni minutos en pantalla pero de repente es el héroe más cool del mercado.
Venganza Silenciosa es un no-brainer total, de esas películas que se disfrutan más con popcorn y dejando el cerebro y todas sus conexiones nerviosas en la puerta de la sala del cine. Es el regreso de un director de renombre como John Woo en un estadio muy diluido pero que sabe dónde colocar la cámara. Y es una opción del cine de acción donde el divertimento es la parte esencial, algo que se ha ido perdiendo en detrimento de visiones más sofisticadas, barrocas y -sobre todo- en super slow motion.
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