Wonka: el espíritu de Roald Dahl intacto

por | 07-12-2023 | Cine, Reseñas | 0 Comentarios

Un musical lleno de color, chocolates, y un Timothée Chalamet sin ganas

Wonka, de Paul King, nos vuelve a introducir en el maravilloso y bizarro mundo de Roald Dahl con la dosis justa de ternura, espectacularidad y color. Un musical que nos recuerda a los tiempos dorados de Hollywood con un protagonista (Timothée Chalamet) deslucido y canciones sin la fuerza necesaria en el final.

¿De qué va?

Wonka llega a un pueblo dispuesto a cumplir el sueño de su niñez: cocinar el mejor chocolate, abrir una chocolatería, hacer feliz a la gente y de esa manera cerrar un ciclo con su fallecida madre. Pero no conoce la red de corrupción de El Cartel de los Chocolates, una tríada de grandes empresarios arreglados con la policía para mantener el monopolio del dulce. Engañado y con todo en su contra, Wonka conocerá a unos extraños personajes y luchará para cumplir con su sueño, a fuerza de canciones y muchos colores.

El multiverso de Dahl

La prosa de Roald Dahl, siempre cargada de magia y un poco de perversión, ha sabido coronarlo como una figura de mucha controversia por ideas que cruzan lo ya políticamente incorrecto. James y el melocotón gigante (James and the Giant Peach, 1961), Charlie y la fábrica de chocolate (Charlie and the Chocolate Factory, 1964), El gran gigante bonachón (The BFG, 1982), Las brujas (The Witches, 1983) y Matilda (1988) son ejemplos de historias de su autoría que fueron éxitos audiovisuales.

En Wonka conocemos más sobre el pasado del extravagante personaje de Charlie y la fábrica de chocolate, Willy Wonka. Finalmente sabremos cómo llegó a convertirse en el chocolatero que es hoy, por qué consigue esos dulces tan especiales, por qué lo persiguen los enanos llamados Oompa Loompas, y su obsesión que lo llevará en el futuro a elegir su sucesor de la manera que lo hace.

Los años dorados del musical

Desde el comienzo del metraje (y sin que quede muy en claro en los trailers) nos confirman que estamos ante un musical. De esos más-grande-que-la-vida. Canciones, bailarines y un mundo mágico y lúdico donde todo es posible configuran el ADN de esta vuelta a un sentido de cine más clásico de antaño. Lo que en cierta forma también emparenta más esta versión a la adaptación de 1971 con Gene Wilder, aunque la estética parece referirse a ser una precuela directa de la versión de 2005, dirigida por Tim Burton y protagonizada por Johnny Depp.

Y la posibilidad de volver a tocar una fibra sensible que una lo lúdico, con ciertos aromas de humor inglés y una propuesta estética brillante y colorida que no teme conectar con lo más ingenuo que tiene la condición humana es todo producto de una persona: Paul King, un escritor y director británico que se hizo conocido en la escena con Bunny and the Bull (2009) -en donde tendría entre sus protagonistas al comediante Richard Ayoade-, pero que consiguió notoriedad y pedigree con Paddington (2014) y Paddington 2 (2017), dos obras maestras del cine apto para todo público.

King sabe intermediar entre los números con música (más imaginativos y con un sentido del montaje bastante más complejo y unido a los videos musicales) y los ficcionados, en este universo exagerado y algo remanido donde los malos son muy malvados y los buenos, muy bondadosos.

El problema Chalamet

La elección de Timothée Chalamet es un problema y una bendición. El actor se encuentra en la cresta de la ola y eso permite que se acerque una cantidad de público nueva juvenil solo por su figura. Por otro lado, puede dotar al personaje de una dulzura bastante particular y ofrecer una versión diferente a la que conocemos. Eso, de alguna manera, choca con lo más perverso de la versión de Burton, y lo arrastra más en términos de cercanía espiritual a Wilder.

Timothée se encuentra muy bien acompañado, con figuras como Olivia Colman, Hugh Grant, Keegan-Michael Key y Rowan Atkinson entre otros. Todos los secundarios conforman un ser unicelular potente y coherente a nivel actoral, y ofrecen un aditamento superior al tono. Los villanos nos hacen acordar tanto a los de Matilda como a los de Las Brujas, cada una de las piezas conectaron con el espíritu original y son tanto homenaje como nuevas incorporaciones a la mitología de Dahl. Los compañeros del héroe son puro corazón y carisma, permitiendo “soportar” en sus espaldas las constantes subidas y caídas de Chalamet.

Porque el actor realiza una buena performance, pero a la hora de los números musicales se lo nota disperso y desconectado. No parece “sentir el flow” de lo que sucede a su alrededor, no importa si su voz cantando es la suya, si tiene autotune o si no sabe manejarse al 100% en el área del baile, pero duele verlo poner tan poca actitud y fiereza a la hora de cantar y bailar frente a la cámara.

Origen para las nuevas generaciones

Wonka se configura como un gran producto de este subgénero, una obra bien delimitada entre buenos y malos, una parábola sobre seguir los propios sueños y la conexión con las personas que amamos y no están más; pero además lo hace a través de grandes momentos de efectos especiales (la secuencia con la jirafa es una muestra de esto) y escenas que conectan fuertemente con los sentimientos de quien observa. Ideal para el público más pequeño que no conoce la obra de Dahl.

Y a no olvidar el factor “venta”. Wonka revela orígenes (por ejemplo los Oompa Loompa) pero lo hace para que sirva a la narrativa primero, y para vender futuras secuelas después. Todo lo que vemos responde a construir algo que tranquilamente se puede “franquiciar”. Habrá que ver que sale de ese experimento, ya que como bien aprendimos: no existen cosas “porque sí”, todo se puede mezclar con elementos extraordinarios para dar vida a lo impensado e inimaginable. Como un chocolate salado, o como la visión de Paul King del universo de Roald Dahl.

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Elian Aguilar
Escritor, cineasta, fanático de los comics, las peliculas y las series. Geek desde temprana edad, cuando descubrí que los kryptonianos podían morir y que existía la alegría a 24 fotogramas por segundo. Coleccionista acérrimo que no mide el espacio de sus colecciones. La revista Cine Fantástico y Bizarro me hace feliz y el Festival de Cine de Género Buenos Aires Rojo Sangre es mi lugar en el mundo.

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