Otro traspié para el MCU
El regreso de Maya Lopez y de Kingpin al MCU, con algo de sangre y cultura nativa norteamericana. Echo, la miniserie de cinco episodios del MCU, naufraga en un mar de arbitrariedades, charlas que no suman ni llegan a ningún lugar y mala caracterización de personajes conocidos. Todo parece ser una excusa para la escena post-créditos.
¿De qué va?
Maya Lopez (Alaqua Cox) se dio a conocer al mundo audiovisual con la serie de Disney+ de Hawkeye. Allí conocimos a esta mujer, que tiene una prótesis en la pierna y es sordomuda. Sin embargo, sabe pelear y puede ponerse a la par de grandes luchadores. Amparada por Wilson Fisk / Kingpin (Vincent D’Onofrio) descubre que éste le mintió y asesinó a su padre, y la venganza se consumó con un disparo al final de la serie. Es momento de ver las consecuencias de esos actos.
La necesidad de seguir consumiendo
El ser humano vive en un sistema consumista y productivista. No podemos dejar de hacer cosas para producir dinero que nos permita consumir cosas que nos hagan felices. Y eso es algo que los grandes conglomerados entienden a la perfección. Pero el problema de los consumos audiovisuales es que todo lleva tanto tiempo para realizarse, que las grandes compañías se dan cuenta tarde del agotamiento del público, y esto es algo que ya debería haberle hecho mella a Disney y Marvel.
Mientras que la primera fase del MCU requería ver más o menos diez horas de material audiovisual para “estar en tema”, la cuarta fase ya es inabarcable. No sólo por ver todo lo anterior, sino que con la creación de Disney+ y sus series para streaming todo se volvió gigantesco y algo expulsivo. En ese escenario es que aparece Echo, una serie de cinco episodios sobre un personaje clase C que tuvo cierto renombre en los cómics en su etapa inicial de David Mack durante su estadía en Daredevil, en los New Avengers de Brian Bendis o en la última iteración de Jason Aaron de los Avengers en donde se convirtió en el avatar del Fénix.
Sin embargo, luego de una aparición en la serie del arquero obtiene su propia serie. ¿El diferencial? Marvel se ufana que ahora sí es un contenido para el público adulto, con violencia y sangre, razón por la que fue una coproducción con Hulu en Estados Unidos y aquí la vamos a poder ver tanto en Disney+ como en Star+. Echo tiene mafiosos, peleas y “sentimiento urbano” (algo similar a las serie de Netflix, que ahora son cánon), pero ¿funciona?
El sentimiento de la diversidad
Echo parece responder más a una necesidad de mercado que a un rigor estrictamente narrativo. El personaje, al formar parte de la comunidad nativa Choctaw estadounidense, tiene la posibilidad de marcar en la lista de pendientes la representatividad de este sector. Tanto es así que la showrunner (la cabeza a nivel historia del proyecto, y que setea el tono general de la misma) fue Sydney Freeland, una cineasta transgénero de la comunidad navajo.
En este sentido, se desvirtúa la esencia de la razón por la que existe el material. Incluso, todo parece haber sido armado para la escena post-créditos. ¿Se atrasó demasiado Thunderbolts? ¿El problema con el Kang de Jonathan Majors dejó al desnudo un plan atado con alambres? Lo cierto es que esta nueva serie parece algo transicional, no realizado ad hoc para conocer a un personaje o hacer avanzar el universo.
No obstante, la representación es la base de la cultura y la creación de los relatos. Que todas las voces tengan su espacio nos posibilita a pensar fuera de la caja que ciertos modelos monopólicos nos terminan encerrando, demostrando que al narrarnos existimos. ¿No es entonces algo desacertado forzar eso y permitir que todo un público conservador pueda atacarlo?
Los caminos de la vida
Echo es la manera de poder meternos en la vida de dos personajes que serán de relevancia para Marvel: la protagonista y Wilson Fisk. Maya debe reencontrarse con su pasado para dejar de lado la ira y la violencia que acumuló siendo uno de los peones de Fisk, el Kingpin. Mientras que éste, sobrevivió al disparo que le propinó Echo y está en su búsqueda.
El regreso de Maya Lopez a su hogar en Oklahoma la lleva a reconectar con sus familiares (de los que se alejó al vivir en Nueva York) y sobre todo con sus raíces Choctaws, a la vez que descubrimos que en la mitología de esta comunidad existen unos seres con poderes mágicos y que “oh, casualidad” su linaje llega hasta nuestra protagonista.
Wilson Fisk aparece a mitad de la serie -aunque en los trailers lo muestran como protagonista- y se convierte en una parodia de quien era. Ya lo vimos en la serie de Daredevil mostrando su humanidad, para volver a su centro sediento de poder por todo lo alto. Su aparición en esta serie lo coloca nuevamente en un lugar de bajeza y falta de inteligencia abrumadora. Parece más un ex-novio tóxico que hace berrinche, que el resucitado patriarca de las mafias de Nueva York.
El panel de personajes secundarios no llegan a llamar la atención ni a importarnos demasiado, al igual que la evolución de Echo -que no llega a tener ni una suerte de coda o presentación del nuevo mundo para su protagonista-. Lo único rescatable de la serie es su primer episodio, con una buena pelea con Daredevil, y ciertas búsquedas realizativas como el uso del silencio total en ciertas secuencias para ponernos en las botas del personaje con el que buscamos empatizar.
Echo es otra muestra del agotamiento del género, sin saber aún si es por sobre-stock de contenido o por la fallida manufactura de los mismos. Una miniserie de casi cinco horas, que se podría haber resumido en una película para streaming de una hora y media, funcionando más efectivamente. ¿Será que tienen que presentar resultados en cantidad de horas y no de lo que realmente se cuenta? Veremos cómo evoluciona el MCU en estos momentos de grandes cambios.
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