La Elvis-manía no se detiene y ahora nos cuentan el lado b de la historia del ídolo a través de la madre de su hija. Priscilla, de Sofia Coppola, es estéticamente bella pero confusa en su estructura narrativa. Se van sucediendo hechos de 1959 a 1973 sin explicación ni relación de continuidad, haciendo que no se llegue a dimensionar ni a entender el panorama completo.

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