Finalmente se estrena en cines esta adaptación basada en una saga de videojuegos de horror
Hay pocas sorpresas en el panorama actual de las franquicias, pocos productos logran calar en el nuevo público y generar una nueva base de fans que se desesperan por más y nuevo contenido. Eso sucede con esta IP (Propiedad Intelectual) que nació en el mundo gamer y ahora pasó a la pantalla grande. Sean testigos de Five Nights at Freddy’s.
¿De qué va?
Mike (Josh Hutcherson) malvive con su hermana Abby (Piper Rubio) en un pasado del que no puede huir. Cada noche revive el mismo sueño, mientras todo a su alrededor se destruye. Cuando aparece la posibilidad real de que pierda la tenencia de su hermana menor, no le queda otra opción que aceptar un trabajo nocturno en una pizzería cerrada que alguna vez fue un paraíso infantil. Allí existen unos muñecos animatrónicos que parecen tener vida propia.
Una franquicia disruptiva
Hasta hace algunos años, la posibilidad de tener una buena adaptación desde el universo de los videojuegos se configuraba como una suerte de entelequia imposible de lograr. A pesar de ser primos hermanos en sus elementos constitutivos, el cine y los juegos nunca habían logrado llegar a buen puerto salvo honrosas excepciones.
En 2014 cuando surgió Five Nights at Freddy’s el mundo de los videojuegos ya era toda una industria, con lo bueno y lo malo del caso. Así que un esquema pequeño, que apelaba a la inteligencia para resolver situaciones, en el que todo se solucionaba desde una sala de control con cámaras, fue una sorpresa que comenzó a generar fandom y germinó en una gran franquicia.
Con cinco secuelas oficiales y varios productos más ramificados, la saga se terminó apalancando en los nobles asesinos: un grupo de muñecos animatrónicos tamaño real que al estilo Chucky anidan un gran secreto dentro. Ellos son Freddy, Bonnie, Chica, Foxy y Golden Freddy (que aparece menos y siempre medio en estado de alucinación) y se volvieron parte de la cultura pop a través de muñecos, remeras y cosplays. El paso a la gran pantalla era un hecho.
El terror en todos lados
Five Nights at Freddy’s plantea un escenario ideal para una producción pequeña: pocos personajes, una sola locación y mucho clima. Por ello, no sorprende que Blumhouse haya decidido hacerse cargo del proyecto.
Esta productora, creada por Jason Blum, se hizo reconocida en el mundo por presupuestos medianos a chicos inmiscuidos en el gran sistema de los estudios mayores, la apuesta cuando funciona es un éxito total: poco gasto, mucho rédito.
Películas como Actividad Paranormal (2009), La noche del demonio (2011), Siniestro (2012), La noche de la expiación (2013), ¡Huye! (2017) o El teléfono negro (2021) son muestras de este esquema ganador. Con este prontuario, parecía ser la mejor opción.
El juego o la solemnidad
En este caso para la aparición de los muñecos va a faltar… con una escena de inicio para setear al estado de ánimo y recordar que estamos ante una película de terror, nos metemos de lleno en la vida de Mike y la lucha contra una violencia intrínseca arraigada a un trauma del pasado.
Poner el foco en esto es una jugada interesante, pero define el tono y “obliga” al relato a seguir por la misma senda, u olvidar todo una vez que aparecen los muñecos. Y lamentablemente es algo que sucede. Luego de perder otro trabajo, y con la tía buscando quedarse con su hermana, Mike acepta un trabajo de un sospechoso Steve Raglan (Matthew Lillard, el de Scream y Scooby Doo) que se interesa por el protagonista al enterarse de su apellido.
El trabajo es simple: debe cuidar todas las noches la pizzería abandonada Freddy Fazbear’s Pizza, con un sistema antiguo de cámaras de seguridad, problemas de electricidad y unos muñecos que parecen tener vida propia.
¿El problema? En lugar de detenerse en lo “divertido” que puede ser estar ante una historia de animatrónicos asesinos, la historia se centra en el trauma del personaje y su conexión con ciertos fantasmas que cierran un círculo alrededor de todos los participantes. Cuando esperamos que todo sea gritos, desesperación, sangre y algo de sana diversión sin sentido, nos encontramos con tristeza, fantasmas que hablan en sueños y personajes que revelan demasiado rápido sus intenciones.
En lugar de apostar por lo lúdico, se apela a lo solemne.
La copia de la copia
Otro gran problema es la falta de originalidad, en 2021 salió Willy’s Wonderland, una película dirigida por Kevin Lewis y protagonizada por Nicolas Cage; y es LA MISMA PELÍCULA. Cage es una persona violenta y sin nada que perder y le ofrecen encargarse del cuidado de un abandonado espacio de diversión infantil con unos animatrónicos asesinos.
Aquí, el buen hacer de Nicolas Cage y la falta de escrúpulos a la hora de apretar el acelerador en sangre, violencia, bailes incómodos y diversión sin sentido hicieron de esta pieza una alegría para quienes aman el terror. ¿Otro dato? Cage no dice ni una palabra durante la película, todos son sonidos guturales… tanto así no es necesario lo solemne.
Josh Hutcherson (el de Los Juegos del Hambre) hace un buen trabajo en Five Nights at Freddy’s, su personaje se siente real y acomplejado: no le importa más que resolver su propia existencia, algo que lo lleva a tomar en un momento una decisión que modifica lo que sucede en el relato. Sin embargo, uno esperaría que una idea de este tipo vaya más de la mano de lo visto en Critters (1986) o El ataque de los tomates asesinos (1978).
Una propiedad para gobernarlos a todos
Five Nights at Freddy’s tiene el potencial para unir a varios grupos demográficos: el terror, los videojuegos, el cosplay, el merchandising, el gore… es una propiedad intelectual que será cuidada con ahínco. Y este puede ser el problema con este primer largometraje.
Quiere poder funcionar para todos grupos diferentes, y eso es complicado. Una saga como la de El Conjuro no busca ser demasiado mental o “seria”, sabe que su centro está en demonios (a veces ridículos si se los pone a analizar) persiguiendo a gente que solo grita. ¿Es suficiente? No, por eso hay películas de esa franquicia que funcionan mejor que otras. Pero entiende que hay que elegir un “bando”.
En este caso el aspecto asesino y gore se encuentra super pasteurizado, pero igual intentan mostrar un poco como para justificarse. Y allí fallan más. Se leen justificaciones en medios de su directora Emma Tammi (que no tiene muchos pergaminos de género) de porqué la película no es para mayores de 18 y como “saltaron la censura”… cuando un producto no busca funcionar por sí mismo sino dentro de un engranaje para generar más dinero todo se diluye.
Con efectos visuales muy buenos y actuaciones muy correctas de ambos hermanos, Five Nights at Freddy’s se configura como un experimento que se debate entre ser o no ser sangriento, ser o no ser serio, ser o ser no realista… ser o no ser, esa es la cuestión.
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