No le toquen la jalea

El experimento de usar un personaje libre de derechos regresa con más sangre que su primera parte. Luego de un inicio que tuvo mucha repercusión en redes, pero que no fue correspondido en su materialidad audiovisual, la nueva oportunidad refresca con finos toques de hemoglobina y buenas muertes. Winnie Pooh: Miel y Sangre 2 viene a romper infancias.

¿De qué va?

En lo más profundo del Bosque de los Cien Acres, crece una furia destructiva. Winnie The Pooh, Piglet, Búho y Tigger ven peligrar su hogar y sus vidas después de que Christopher Robin revela su existencia. Decididos a no seguir viviendo en las sombras, el grupo lucha en el pueblo de Ashdown, donde habita Christopher Robin.  A su paso, Winnie y sus amigos salvajes, dejan un sangriento rastro de muerte y caos. Demostrarán a todo el mundo que son más peligrosos, más fuertes y más inteligentes de lo que nadie podría imaginar. Conseguirán vengarse de Christopher Robin, de una vez por todas.

El inicio de la película vuelve a conectar con una narrativa en formato dibujo para apelar a la infancia, pero esta vez se corona con una secuencia de muertes imaginativa y repleta de escenas asquerosas. En un movimiento político que parece decir “ahora sí vamos en serio”, Winnie y sus compañeros asesinos se muestran más sanguinarios que nunca.

La película toma los elementos primigenios de las secuelas en los éxitos de terror: más grande, más sangriento y más lejos.

Como sucede en clásicos como Night of the Demons 2, los asesinos se escapan de la zona del Bosque de los Cien Acres para disfrutar de orgías de miembros desmembrados en el pueblo de Ashdown. La zona de cacería se expande.

En una estructura clásica de slasher, nos deleitamos con un asesinato detrás de otro con mucho aprendizaje del éxito de Terrifier 2.

Christopher Robin no solo carga con el síndrome post-traumático de haber enfrentado a los monstruos, sino que -como en Scream-, luego que se estrene una película con su historia todos creen que es el asesino.

En el medio se encuentra en tratamiento con hipnosis para entender que fue lo que sucedió con su hermano perdido muchos años atrás.

Cuando las muertes comienzan a acercarse al pueblo, la gente comienza a creer que Chris algo de verdad llevaba: los monstruos existen y no tienen piedad.

Lo dicho, las muertes son imaginativas y están muchísimo mejor resueltas que las de su predecesora. Como sucedió con Anabelle 2, esta segunda parte expande y al mejorar le ofrece a la franquicia la posibilidad de más secuelas (algo que se explicita al final).

Claro que aún se notan ciertas desprolijidades de fotografía o narrativa, pero son menores y se olvidan ante el recital de hemoglobina e imaginación asesina.

La expansión de la mitología y la conexión entre los protagonistas suman elementos que recuerdan a Halloween, Friday the 13th o Nightmare on Elm Street, permitiendo empatizar y conectar más con Robin.

La secuencia final en el boliche amateur se siente como un clímax digno, con la aparición de Tigger, que se suma a Winnie The Pooh, Piglet y Búho en el panteón de dibujitos que ahora dan miedo.

Winnie Pooh: Miel y Sangre 2 es una continuación muy superior a su predecesora, entiende las reglas del slasher y lo homenajea con imaginación, y a pesar de tener ciertas arbitrariedades y desprolijidades no deja de ser un buen material para fin de semana con amigos, cerveza y una gran pantalla manchada de sangre.