Come True, Historia de lo Oculto e Inmortal parecen salir de la misma matriz de ese tamiz llamado «Inconsciente Colectivo», las tres hablan sobre una realidad que no es la que conocemos, y cómo hay que buscar «despertarse» para lograr el objetivo. Mientras que HDLO lo hace desde el thriller político, y Come True desde lo científico, la nueva película de Fernando Spiner (el mismo director de La Sonámbula; Adiós, Querida Luna y Aballay) plantea algo mas cercano a la ciencia ficción o a The Matrix (1999).
¿De qué va? Ana regresa a Bs. As. desde Italia para tramitar la sucesión de su padre, fallecido en su ausencia. Investigando logra dar con quien fuera su gran amigo, el Dr. Benedetti, un científico que trata de convencerla de que ha descubierto la puerta a una dimensión paralela, donde podría visitar a su padre muerto. Ana cree estar en medio de una gran estafa, mientras se acerca al umbral de una revelación que cambiará su vida por completo.
Mucho se espera de este director que a pesar de no ser prolífico, siempre logra romper esquemas a través de su cine. La boya, su anterior película había tenido cierta resonancia. Esto hace que uno se ponga más exigente, intentando encontrar algo nuevo y mejorado en cada nuevo relato que se desprende de la lente de Spiner. Lamentablemente Inmortal se siente fallida.
A pesar de lo jugado de su historia (que logra meternos en un mundo donde en uno de esos edificios de mala muerte del microcentro es posible encontrar un laboratorio de última generación) y de tener a grandes actores y actrices, se pierde entre diálogos ostentosos y ridículos, y un uso de los vfxs muy por debajo del nivel que una producción de este calibre requiere.
En los últimos años, el cine argentino se ha visto dividido entre dos escuelas de los efectos especiales: la que logra funcionar a pesar del presuesto (Aterrados, La Valija de Benavidez, Punto Muerto) y aquella que no tiene sentido hacerla llegar a una sala de cine (Devoto, Invasión Silenciosa; Necronomicón, Bruja). En esta segunda escuela, parece que ya sea por problemas durante el rodaje o por desidia/inexperiencia, los efectos no pasan el examen de seguir paso a paso un tutorial de Andrew Kramer en youtube. Inmortal, pertenece a esa rama.
Porque muchas veces no son necesarios los grandes efectos, sino como están metidos en la historia y cuál verosímiles son a los ojos de unos espectadores que entendemos que es Argentina y el presupuesto es acotado. Pero so además de eso, las actuaciones no terminan de funcionar y los diálogos parecen puestos para literalmente hacer hablar al guión, el proyecto se deshace como el Leteo.
Se notan pinceladas de querer mostrar una Ciudad de Buenos Aires diferente (algo que vimos también con Necronomicón -la referencia se hace más fuerte ya que repiten protagonista-) o algunos atisbos de cuestiones sociales (como lo de los maestros y su lucha, que de repente desaparece), pero todo pierde valor ante una historia demasiado fantástica para ser creída o verosímil, no por lo que se cuenta sino por cómo se cuenta.
Seguiremos de cerca la carrera de Spiner, esperando que su próximo viaje por el género fantástico funcione como antes. Sabemos que no perdió su toque.
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