Anatomía de una caída: la única verdad es la realidad

por | 25-01-2024 | Cine, Reseñas | 0 Comentarios

Se estrena una de las favoritas en la sesión de premios

Llega a los cines una de las películas más nominadas en la temporada de premios. Anatomía de una caída usa el subgénero de los juicios para hablar sobre el momento actual en tiempos de post-verdad, con actuaciones de calidad y una visión artística clara. Una muestra que cuando todos los engranajes se alinean, se pueden lograr obras artísticas de gran nivel.

¿De qué va?

Sandra (Sandra Hüller) es una escritora alemana que vive con su esposo francés, Samuel (Samuel Theis) y su hijo Daniel (Milo Machado Graner) de 11 años, quienes durante el último tiempo han tenido una vida aislada en un pueblo remoto en los Alpes franceses. Su vida calma y tranquila se desmorona cuando encuentran a Samuel muerto sobre la nieve en las afueras de su chalet. La policía comenzará a investigar la muerte de Samuel de la que  Sandra podría ser la principal sospechosa.

Sólo existe el gris

Anatomía de una caída (Anatomie d’une chute) es una típica película de juicios. Su estructura marca con potencia cada uno de los lugares comunes de este subgénero, siguiendo el paso a paso natural símil prefabricado. ¿Entonces cómo se convirtió en una de las favoritas en las nominaciones de la temporada de premios audiovisuales?

A los numerosos premios y nominaciones que lleva acumulados: Palma de Oro en la 76º edición del Festival de Cannes, Critics Choice Awards como la Mejor Película de habla no inglesa y dos Golden Globes (Mejor Película Internacional y Mejor Guión); ahora se suman cinco nominaciones en los premios Oscar: Mejor Película; Mejor Actriz (Sandra Huller), Mejor Dirección (Justine Triet), Mejor Guión Original y Mejor Edición. 

Lo que desnuda la película dirigida por Triet -tercera mujer en ganar la Palma de Oro en la historia del Festival de Cannes- es esa tendencia actual en relativizar la verdad: sólo es cierto lo que los medios y la gente quiere creer, a pesar de no tener información ni datos. Subrepticiamente, este largometraje francés (hablado en su mayoría en inglés) termina siendo una fotografía de la post-verdad en medios y redes sociales hoy.

No hay buenos ni malos

Lo que sucede es claro: alguien fallece en circunstancias bastante grises. Ante la duda la única persona sobreviviente es potencialmente la que llevó a cabo el asesinato aunque todo haga pensar que fue un suicidio. Nunca la focalización pone a Sandra en una situación que nos haga inferir que puede haber incurrido en algo oscuro, sin embargo la constante “realidad” nos coloca en la incómoda situación de pensar “¿y qué hubiera pasado sí…?”.

Desde allí se ramifican los constantes vaivenes entre quienes defienden y quienes acusan. En el medio una familia destrozada y triste, y un menor de edad con un problema físico que ve desnudada la dinámica intrafamiliar adulta ante las cámaras, y debe soportar el maltrato intrínseco de un sistema que lo “separa” de su madre hasta que no se resuelva el caso.

Y entre Sandra Hüller y su hijo en la ficción Milo Machado Graner es que se vislumbra una de las razones del éxito de este largometraje: el trabajo actoral de ambos es gigantesco. Hüller nunca cae en un lugar común o en un estereotipo, ella entiende cuál es su realidad, lo que atravesaba junto a su pareja, y siempre se sostiene ante lo que considera su verdad. Salvo una o dos situaciones muy acentuadas nunca se victimiza o sale a gritar “¡soy inocente!”, atraviesa todo con la tranquilidad de quien se considera tal, lo que a veces parece demasiado sospechoso. Lo de Graner es de otro nivel, la sutileza y verdad con la que interpreta a este menor con problemas de visión es maravilloso, potenciado fuertemente por el sentido estético y de puesta de la directora.

Lo que importa es la visión

Si lo que se cuenta es conocido, y la película nunca se aleja de los convencionalismos del subgénero al que representa… ¿Qué hace a Anatomía de una caída tan especial? La respuesta es: la visión de Justine Triet.

Con el arraigo y la resistencia dentro de los parámetros de reglas prefabricadas del modelo “película de juicios”, la directora decide a esa base dotarla de una vida audiovisual con detalles y buen hacer cinematográfico que son un deleite visual. Por un lado el tema del tiempo y cómo respira cada imagen: cada una de las escenas y sus planos duran lo que tienen que durar, ni más ni menos. 

Por otro lado, la cuestión de la fotografía y el tipo de planos, con un buen uso de la paleta de colores y el recorrido de un edificio judicial que crece a tamaños gigantescos por las diferentes maneras de utilizar la cámara del equipo de fotografía.

Finalmente, los toques distintivos y únicos: la directora quiso hacer algo diferente y no quedarse en una “película más de juicios”. ¿El caso paradigmático? La primera vez que Daniel se para en el estrado para responder las preguntas de la fiscalía, la cámara en lugar de ir hacia los abogados o la madre, se va moviendo de un lado a otro de la cabeza del niño no vidente. El no puede ver, sólo puede entender a través de las reacciones que escucha, y la cámara refuerza eso. Momentos como estos hay muchos.

Anatomía de una caída es la muestra de que un guión sólido permite una buena película, que las grandes actuaciones revitalizan y dotan de carnadura a esa historia, pero sobre todo que una visión potente en la dirección la termina de convertir en una obra artística que consigue galardones y prestigio a nivel internacional. Los 40 premios y casi 90 nominaciones desde su presentación justifican esto.

Ahora solo queda, una vez finalizado su visionado, posicionarse ante el final. ¿A quién creerle cuando todo es ruido?

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Elian Aguilar
Escritor, cineasta, fanático de los comics, las peliculas y las series. Geek desde temprana edad, cuando descubrí que los kryptonianos podían morir y que existía la alegría a 24 fotogramas por segundo. Coleccionista acérrimo que no mide el espacio de sus colecciones. La revista Cine Fantástico y Bizarro me hace feliz y el Festival de Cine de Género Buenos Aires Rojo Sangre es mi lugar en el mundo.

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