Exorcismo por un punto de rating
Un programa de antaño, un hombre atribulado y un demonio juguetón. Luego de mucha espera llega a los cines De noche con el diablo, uno de los estrenos más esperados (y pospuestos) de terror de este año. Una fábula sobre el éxito y la pérdida, con el espectáculo como vidriera.
¿De qué va?
Durante la noche de Halloween de 1977, en el set de televisión del programa “Night Owls”, ocurrieron eventos aterradores. Jack Delroy está decidido a impulsar el rating de su programa televisivo. Para lograrlo, invita al set a Lily, una joven que cree estar poseída. Durante la transmisión del programa, inexplicables imprevistos comienzan a perturbar a Jack y a los invitados. A medida que avanza la noche y Lily se hace presente, fuerzas diabólicas se apoderan del programa, desencadenando una escalofriante espiral de terror y confrontación con lo desconocido.
En tiempos de viralización, hay contenido que llega más rápido al gran público. Quizás por un trailer devenido en reel que sorprende, o porque el boca a boca así lo dicta. Late Night With The Devil es un ejemplo de ello. ¿Pero funciona?
Hay una frase reconocida que aplica: perro que ladra, no muerde. Como todo dicho, muchas veces eso no ocurre y terminamos siendo devorados por algún animal ruidoso; pero en este caso en particular, el hype puede ser pájaro de mal agüero.
Vale decir: De noche con el diablo es algo distinto a lo que vemos en pantalla regularmente. Una suerte de found footage (subgénero sobre material “real” encontrado) con el detrás y frente de escena de un Late Night Show, programas de variedades y entrevistas nocturnos.
Pero los hilos se le ven demasiado rápido. Mientras que Actividad Paranormal (Paranormal Activity, 2007) y El Proyecto Blair Witch (The Blair Witch Project, 1999) sostenían “la mentira” hasta el final, De noche con el diablo cede a las presiones de lo posmoderno.
Colocando sendos filtros setentistas a la imagen (dándole visos de plasticidad y falsedad a lo que se ve) y rompiendo sus propias reglas narrativas por ansiedad y dudas, la película no nos permite entrar de lleno en el código.
Quienes siguen el género en Argentina no podrán dejar de encontrar paralelismos con Historia de lo Oculto (2020), que con muchísimo menos presupuesto logra empatizar más con lo que se cuenta, sin apelar a tanta acentuación.
Porque, repito, De noche con el diablo no es un mal producto. Simplemente adolece de no confiar en sí misma, de querer sobre-explicar y colocar tildes donde no es necesario. Una consecuencia de consumos en tiempo de tik tok.
Sus directores, Cameron y Colin Cairnes, toman decisiones aceleradas y no terminan de alquimizar el tono necesario; mientras que David Dastmalchian, el protagonista, oficia de equilibrista imprimiendo humanidad y oficio.
Cuando el tercer acto llega, se amplifican las debilidades con una caterva de arbitrariedades y malos efectos visuales que tiran abajo lo que se construía positivamente desde el inicio. Un momento que clava puñales en el corazón de quienes confiamos en la posibilidad de un nuevo clásico de culto.
Pero como dicen en el entretenimiento: el show debe continuar. Ya llegarán esos nuevos clásicos.
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