El director Luca Guadagnino vuelve a incomodar

Una historia de amor que se desarrolla por casi veinte años, una suerte de drama shakespeareano que une a tres personas a través de un hilo rojo cargado de mentiras, engaños y evolución personal. Luca Guadagnino se junta con la popular Zendaya para Desafiantes, un partido de tenis con demasiada carga.

¿De qué va?

Casada con un campeón en una racha de derrotas (Mike Faist), la estrategia de Tashi Duncan -una ex prodigio del tenis convertida en entrenadora intrepretada por Zendaya- para la redención de su marido da un giro sorprendente cuando debe enfrentarse al fracasado Patrick (Josh O’Connor), su ex mejor amigo y ex novio de Tashi. Mientras sus pasados y presentes chocan y las tensiones aumentan, Tashi debe preguntarse: ¿cuánto costará ganar?

Luca Guadagnino vuelve a la carga para seguir ostentando el título de ser uno de los directores más convocantes y disruptivos de la actualidad. Luego de Call me by your name (2017) se hizo popular, y también arrastró al estrellato a Timothée Chalamet, con quien repitió en Bones and all (2022).

En el medio, se animó a realizar una remake del clásico del giallo italiano Suspiria (2018), que dividió aguas entre los fanáticos.

En Desafiantes vuelve a lo que le gusta: retratar la vida de un adolescente que está haciendo sus primeros pasos en el mundo adulto.

Escondiendo esa “normalidad” del proceso, en alguna situación extraordinaria logra experimentar con diferentes géneros. Lo hizo en un pueblo detenido en el tiempo en Europa, o en una carretera de Estados Unidos con caníbales.

La vida de los tres protagonistas se observa desde un panóptico irregular que juega con la información, yendo y viniendo en el tiempo.

La estructura narrativa tiene un valor muy positivo, y otro menos efectivo.

La historia va yendo y viniendo en el tiempo, logrando que vayamos completando el rompecabezas a medida que va avanzando el relato. La herramienta, que durante los primeros dos actos maravilla y sorprende, para un tercer acto que se estira demasiado queda algo predecible.

Sin embargo, se agradece el ejercicio de guión, que nos permite salir de las estructuras más clásicas.

Lo menos efectivo se encuentra alrededor de la figura de Zendaya.

La actriz -que no tiene demasiados recursos actorales- oficia de productora. Esto hace pensar que ciertas decisiones del guión estuvieron más atado a eso, que a algo que pedía la historia.

Ella se convierte en algo más importante que los otros dos protagonistas, personajes más complejos e interesantes, que están unidos por una amistad y años. El nuevo escenario y quienes son en ese nuevo mundo parecía más interesante para explorar.

Son dos personajes en una competencia eterna, que siguen unidos por un hilo rojo a pesar de los años.

A nivel realizativo todo es lúdico. Luca parece querer divertirse, apelando a diversos recursos estilísticos. Pero llega un momento que son tantos que confunden, perdiendo la identidad de Desafiantes entre tanta experimentación.

Termina siendo una suerte de película realizada a base de tiktoks, muy bien hechos pero que en el total perjudica. Lo mismo sucede con la música y el late motiv ochentoso que aparece de la nada, se nota como Luca se diverte con eso, pero a veces desconcentra.

Desafiantes es otro peldaño en la cadena de un director con peso propio que sigue luchando para mantener su propia visión.