La historia de Regan, la niña poseída y el demonio Pazuzu continúa más viva que nunca
En 1973 el mundo se detuvo ante el terror, y lo hizo con unos ligeros sonidos de piano y la figura de un cura con sombrero frente a las oscuras puertas de una casa familiar que anidaba un secreto oscuro. Mientras una madre desesperada intentaba entender qué sucedía con su hija, los espectadores intentaban entender como una película podía calar tan hondo en los pensamientos más horrorosos de la existencia. En 1973 se estrenaba El Exorcista, y 50 años después continúa asustando con El Exorcista: Creyentes.
¿De qué va?
Victor percibe con horror que su hija, Angela, y la amiga de esta, Katherine, muestran síntomas de haber sido poseídas por una entidad demoníaca. Desesperado, busca la ayuda de Chris MacNeil, la única persona viva que ha experimentado algo así.
La piedra basal del terror
La estructura genética de El Exorcista está basada en tres vectores definidos: Linda Blair como la protagonista, William Friedkin como el director y William Peter Blatty como el guionista. Cada uno de estos tres elementos lograron sincronizarse para dar a luz un imprescindible del séptimo arte.
Todo inició en 1971 cuando William Peter Blatty editó en formato literario El Exorcista, este libro estaba basado en una historia real que él venía estudiando desde que estaba en la Universidad; supuestamente el Washington Post daba cuentas en 1949 de un niño que tuvo que atravesar varios exorcismos en un corto lapso de tiempo.
Blatty y Friedkin salieron a buscar financiamiento para la película, lo que fue una empresa complicada. Luego, por diferencias creativas, terminaron distanciándose en el rodaje. Un rodaje que como todos saben sufrió de diferentes vicisitudes que entran en la esfera de lo sobrenatural.
Linda Blair era una elección compleja, ya que en ella recaía toda la acción; si no funcionaba, lo mismo sucedería con la película. E igualmente era necesario cuidarla psicológicamente, eran situaciones muy violentas para una niña de doce años. Para esto la rodearon de actores de renombre y con oficio como Ellen Burstyn y Max Von Sydow.
La película fue un éxito absoluto, tuvo su versión “del director” y aún hoy es fuente de consulta a pesar de lo que se conoce sobre su rodaje y las vivencias en él. Tuvo como consecuencia sendas secuelas y hasta una serie de televisión.
El Pazuzu de los huevos de oro
Las secuelas tuvieron diversos problemas también. Parecía que “la maldición” producto de haber jugado con fuerzas del averno pasaba como si fuese La llamada (The Ring, 2002) a la siguiente generación.
El Exorcista II: el hereje (Exorcist II: The Heretic, 1977) se estrena algunos años después y vuelve a tener a Regan como protagonista. Ella tiene 17 años y parece haber reprimido los recuerdos de lo sucedido, así que trabaja en un instituto psiquiátrico en Nueva York. Mientras una profesional y un cura intentan conectar con lo que se encuentra dentro de su mente, todo se comienza a volver extraño. Aquí se explica que Regan tiene algunas capacidades que fueron la razón de su posesión.
El exorcista III (The Exorcist III, 1990), fue otra película polémica porque iba a llamarse Legión (basado en el libro homónimo escrito por William Peter Blatty) pero se reformuló el nombre por parte de los productores para que sea más vendible al público y le agregaron al director (que también fue Blatty) un exorcismo que no estaba en la historia original. Se desarrolla 17 años después de la primera y desestima por lo bajo lo sucedido en la segunda.
En el nuevo milenio aparece El Exorcista: el comienzo (Exorcist: The Beginning, 2004) que iba a ser dirigida por Paul Schrader pero a los productores le parecía “poco comercial”, así que lo despidieron y trajeron a Renny Harlin. La película cuenta el pasado del padre Lankester Merrin (esta vez interpretado por Stellan Skarsgård) en El Cairo a finales de la década del cuarenta. La película fue un absoluto fracaso, así que llamaron nuevamente a Schrader que un año después estrenó su versión Dominion: Precuela del exorcista (Dominion: Prequel to the Exorcist), ¿el resultado? Nuevamente un fracaso. Existe también una serie de 2016 con dos temporadas.
Una nueva franquicia
En la última iteración de Scream se habla sobre el concepto de “recuela”, una suerte de híbrido entre remake y secuela. En este tipo de relatos, se busca inocular de sangre fresca una saga haciendo tabula rasa y arrancando de cero para nuevo público, pero a la vez manteniendo ciertos personajes o eventos canónicos de la saga clásica.
El último gran ejemplo lo dio la película Halloween (2018), que retomando los parámetros de la original de 1978 ponía nuevamente a Jamie Lee Curtis entre las protagonistas, pero borraba todas las cintas (y fueron muchas) que hubo en modo secuela los años siguientes al 78. La renovada historia dio lugar a una nueva trilogía que se completó con Halloween Kills: La noche aún no termina (Halloween Kills, 2021) y Halloween: la noche final (Halloween Ends, 2022). El director de esta nueva trilogía fue David Gordon Green que ahora realiza lo mismo para El Exorcista.
Y este es uno de los pocos problemas de la película El Exorcista: Creyentes: al ya estar confirmadas dos películas más, llegando al final se comienza a acomodar arbitrariamente todo para una secuela, desdibujando lo conseguido hasta ese momento.
Todas las religiones, todas
Las protagonistas en El Exorcista: Creyentes son Angela (Lidya Jewett) y Kate (Olivia O’Neill), son dos niñas que deciden hacer un ritual para conectarse con los muertos, desaparecen por tres días y aparecen sin recuerdos de lo sucedido y los pies quemados.
El padre de Angela, Victor Fielding (Leslie Odom Jr.) es viudo ya que su esposa tuvo un accidente a días de parir, esto lo llevó a una situación de decisión imposible. Por supuesto que es agnóstico. Los padres de Kate, interpretados por Danny McCarthy y Jennifer Nettles son los típicos creyentes que cada fin de semana van a la iglesia.
Cuando todo comienza a parecerse a una posesión demoníaca se abren dos variables: la aparición de Chris MacNeil (Ellen Burstyn) -nexo con la película original-, y una búsqueda por las diversas religiones para dar con la salvación de estas dos almas en pena.
Este es uno de los puntos más fuertes de la cinta, cada una de las diferentes visiones sobre la fé están bien representadas, y a la hora del exorcismo estarán todas presentes conformando una suerte de equipo superheroico de la religión, los Avengers de la Fé.
La lucha eterna entre el bien y el mal
El Exorcista: Creyentes cumple correctamente con las reglas, tiene un comienzo con mucho énfasis en presentar bien a los personajes porque ante todas las cosas esta es una historia que necesita que empaticemos con ellos y que nos preocupe su futuro.
Inteligentemente todo se centra más en Angela y su padre, pero a medida que la cinta avanza comienzan a tomar más relevancia Katherine y sus padres.
El montaje, el universo sonoro, la fotografía, las actuaciones… todo está muy bien ejecutado, logrando introducirnos fuertemente en lo que sucede; con una fragmentación en ciertos momentos del relato que desencajan y a la vez potencian lo que sucede a continuación.
La figura del demonio está muy desdibujada, podría ser Pazuzu pero no existe ninguna razón lo suficientemente explícita para confirmarlo. La conexión a través de Chris MacNeil es muy inteligente y permite que la figura de Regan revolotee en el plano aunque no esté presente; Burstyn imprime su experiencia y presencia, es la Jamie Lee Curtis de esta “recuela”.
El problema se da llegando al final del tercer acto, en donde de manera acelerada y algo torpe se acomodan arbitrariamente ciertos elementos para dejar todo preparado para continuar en dos películas más. Además, se rompe un poco el verosímil a través de algunos efectos visuales resueltos raramente tanto desde el guión como la imagen. Es molesto ya que se hace visible el artificio, y estábamos siendo testigos de una historia sincera y efectiva que podría haber funcionado como tal en una sola película.
Pero a pesar de esto, estamos ante otro gran estreno del cine de terror moderno. Una película que puede convertirse en una gran excusa para ir con amigos o pareja de noche y pasarla bien pasándola mal, en esa montaña rusa que significa ir al cine, para sentir cómo reaccionan nuestros sentidos al horror más puro en un ambiente controlado.
Larga vida a ese hermoso sentimiento.
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