La despedida

No hay peor dolor que el de una madre que lo perdió todo, eso puede llevar a la locura o a jugar con fuerzas más allá de lo conocido. Danny y Michael Philippou vuelven a revolucionar el terror con Haz que regrese, una fábula sobre la férrea determinación de la maternidad. Y bueno… otras cosas muy raras.

¿De qué va?

Dos hermanos descubren un terrorífico ritual en la casa de su nueva madre adoptiva.

En 2022 el apellido Philippou se convirtió en algo a tener en cuenta; los hermanos Danny y Michael, que venían de realizar videos en YouTube, se despacharon con Talk To Me. La película, sobre una mano capaz de conectar con el mundo de los muertos, se volvió un fenómeno viral a la atura de sus videos en internet.

El género de terror está de parabienes, en un año cargado de nuevos artistas -y productoras- que nos llevan hacia lo más profundo y oscuro de nuestra existencia. El regreso de los hermanos Philippou era esperado, y la apuesta se pagó con creces, Haz que regrese es incómoda y volátil, tanto como sus protagonistas.

Dos hermanos, uno de ellos a punto de alcanzar la mayoría de edad, pierden a su padre -y único tutor legal- en un accidente de baño. La más pequeña del binomio tiene problemas de visión, por lo que el descubrimiento de su pérdida fue aún más traumático. El Estado busca separarlos, pero ellos deciden ser adoptados juntos, a la espera que Andy (Billy Barratt) llegue a los 18 años.

Así aparece Laura (Sally Hawkins), una madre en duelo que perdió a su hija, y quiere reconectar con su amor maternal con estos niños. En realidad, parece más interesada en Piper (Sora Wong) que en su hermano mayor, algo que comenzará a definir un juego de maltratos y mentiras que irá escalando a fuego lento.

La casa se completa con la presencia de Oliver (Jonah Wren Phillips), un niño demacrado imposibilitado de hablar, que es presentado como sobrino de la familia. Una casa en el bosque llena de recuerdos, un cerco de sal que la rodea y una pileta vacía completan un cuadro bizarro e incómodo.

Haz que regrese no es placentera en absoluto, la capacidad de sus directores por transmitirnos una sensación de alerta y malestar continuo, que se realza por la actuación de Hawkins (a quien vimos brillar en The Shape of Water, de Guillermo del Toro) y la falta absoluta de lugares comunes.

El adolescente no es tan rebelde como se pinta en este tipo las películas, la niña discapacitada no es una damisela en peligro, y el sistema estadounidense no es tan perfecto. Desde allí se traza un juego del gato y el ratón entre Laura y Andy, que llega a situaciones tensas y desagradables, que recuerdan mucho a personajes como la Annie Wilkes de Misery, de Stephen King.

La extrañeza se va recrudeciendo, mientras fuerzas oscuras y demoníacas van tomando lugar para explicar la coyuntura. Un ritual, un dolor convertido en objetivo esquizofrénico, y dos hermanos que se abrazan fuerte para sobrevivir son la base del segundo y tercer acto, que tiene algunas situaciones que te obligan a cerrar los ojos. O a tener pesadillas por varios días.

Haz que regrese es original y oscura, pero a la vez cercana y por ello terrorífica. Pone en el centro a la familia, para desde allí justificar el accionar de cada uno de los protagonistas en pugna. Tiene escenas escalofriantes y directas, filmadas de manera maravillosa y con una sutileza que refuerzan y consolidan el buen estado del cine de terror en este momento.

No nos queda más que celebrar y aplaudir a los hermanos Philippou, eso sí: sin acercarse demasiado a las piletas.