Violencia, directo de India

Luego de su paso por el festival de Toronto, donde llamó la atención de manera positiva, se estrena otra gema directo de oriente. Un espacio reducido, asesinos sin códigos, dos héroes imposibles y una historia de amor trágica. Kill tiene todo para ser un éxito.

¿De qué va?

Cuando el comando de las fuerzas especiales Amrit (Lakshya) descubre que su verdadero amor, Tulika (Tanya Maniktala), está comprometida en contra de su voluntad, aborda un tren con destino a Nueva Delhi en una audaz misión para detener el matrimonio arreglado. Pero una banda de ladrones fuertemente armados, liderados por el despiadado Fani (Raghav Juyal) comienza a aterrorizar a los pasajeros inocentes del tren. Amrit los enfrenta en una matanza temeraria para salvar a quienes lo rodean, convirtiendo lo que debería haber sido un viaje típico en una venganza sangrienta.

Las narrativas occidentales de Hollywood están un poco gastadas, y por eso el cine oriental (de Japón, Corea o India) está ganando tantos adeptos en estas tierras. Y se estrena en cines comerciales, algo fuera de lo común, una película de acción con altas dosis de violencia y hemoglobina.

Y todo en unos vagones de un tren en movimiento.

Estamos ante una gran cinta de acción, con momentos de mucha tensión y secuencias en espacios reducidos que hacen que Daredevil y la escalera sea un prototipo de prueba.

Los villanos son muy malvados y los héroes magnánimos. En el medio, una historia de amor telenovelesca, como sólo India puede ofrecer.

Solo faltan escenas musicales, pero se puede paliar con los minuciosos enfrentamientos que parecen rítmicamente bailables.

Acostumbrados al cine actual de acción, creemos que el héroe puede atravesar peleas contra decenas sin recibir ningún tipo de daño. En Kill, el actor Laksh Lalwani (más conocido como Lakshya) va a sufrir y deteriorarse a cada paso. Un humano ordinario en circunstancias extraordinarias.

Con una escalada narrativa similar a los videojuegos, nuestros héroes deberán atravesar vagones con diferentes desafíos. Y como en la guerra, cada batalla dejará un reguero de muertes y sacrificios.

El villano Fani (Raghav Juyal) es una muestra de esos seres que amamos odiar. Las escenas en las que deja salir su lado más cínico y tóxico, suma octógonos negros de indignación en altos niveles.

Kill no es una película pasatista. El nivel de bronca y violencia que genera ante lo que sucede es abrumadora. Se recomienda tomar algún diclofenac para bajar el nivel de contractura que queda en el cuello ante cada situación.

Las escenas de acción son una delicia visual, todo parece sucio y desprolijo pero esconde una musicalidad y limpieza en la lectura visual que sorprende. Por otro lado, nos hace importar lo que suceda con los personajes; algo olvidado por este cine de este lado del mapamundi.

Kill es distinto a lo que se ve en salas hoy, es una experiencia agotadora y desgastante.

Como una montaña rusa, nos da ganas de seguir subiéndonos a ella para pasarla mal (muy bien), mientras celebramos cada vez que el héroe consigue su objetivo. La historia del mundo.