Ser o no ser un dios nórdico de cientos de años
Taika Waititi vuelve al MCU para continuar con la epopeya de Thor (Chris Hemsworth) en la franquicia más longeva hoy en este universo, y la primera en llegar a una cuarta parte. Dioses, asesinos de idem y el culo nórdico al desnudo en Thor: Amor y Trueno.
¿De qué va?
El Dios del Trueno se embarca en un viaje diferente a los que realizó en el pasado, un viaje de autodescubrimiento. Pero su recogimiento es interrumpido por un asesino galáctico conocido como Gorr el Carnicero de Dioses, cuya misión es la extinción de todas las deidades. Para combatirlo, Thor solicita la ayuda de Rey Valquiria, Korg y su ex novia Jane Foster que, para su sorpresa, inexplicablemente es capaz de blandir el martillo mágico Mjolnir, convirtiéndose en la Poderosa Thor. Juntos se embarcan en una inquietante aventura cósmica para descubrir el misterio de la venganza del Carnicero de Dioses y detenerlo antes de que sea demasiado tarde.
Luego de los eventos de Avengers: Endgame, uno de los pocos sobrevivientes de la primera ola fue el Asgardiano definitivo, ese que vio morir a su hermano Loki demasiadas veces, a su madre a su padre, a su pueblo… demasiadas pérdidas. Luego de relegar su lugar como Padre de Todo en Nueva Asgard en manos de Valquiria (Tessa Thompson), decide irse de viaje con los Guardianes de la Galaxia y retomar su senda.
Thor es sin dudas un personaje trágico, que parece no encontrar su status definitivo debido a las elecciones creativas de cada uno de los directores que tomaron el control de su devenir dramático (¿será necesaria una voz femenina?). Con cientos de años en su haber (como cuentan en Avengers Infinity War, en donde -a pesar de la tontera que muestra- hasta conoce el idioma de Groot) Odinson debería ser sabio y menos pasional. Sin embargo, el despilfarro, la falta de ubicación o responsabilidad política y emocional, se contradicen con ello.
Luego de una primera parte bipolar (con un Asgard increíble por un lado y un humor pacato y soso en la Tierra por otro) y una segunda parte oscura pero que se desinflaba, llego Taika para Thor: Ragnarok y redefinió el personaje hacia un viraje humorística y bastante metatextual (además de olvidar al interés romántico de Jane Foster). Y así llegamos a una cuarta parte, repitiendo por primera vez dirección y calando más hondo en las decisiones estéticas y narrativas.
La aparición de dos hechos separados llevan a la acción, haciendo regresar a un más-inflado-que-nunca Thor de su viaje interestelar: el regreso de Jane Foster (Natalie Portman) como Poderosa Thor, y la aparición de Gorr el Carnicero de Dioses (Christian Bale).
¿Cómo que Jane es Thor? ¿Dónde estuvo todo este tiempo? ¿Por qué justo ahora? Bueno, todo eso se explica en la película. Si leyeron el arco de Jason Aaron en los comics, es posible que se sientan UN POCO decepcionados.
Lo de Bale como Gorr suma bastante, aunque con sus pocos minutos en pantalla, queda desdibujado y se siente como si se hubiese podido mostrar más.
También se destacan: la ya nombrada Valquiria (con una prestancia y personalidad que traspasa la pantalla), Korg (con la voz del director) y las dos cabras intergalácticas.
Ahora, da gusto encontrar una búsqueda unificada: la cuarta parte es una continuación clara y lógica de Ragnarok. El tipo de humor, la caracterización de los personajes… es una lástima que eso choque con lo que vimos en las dos últimas partes de Avengers, porque nos hace preguntarnos ¿entonces cuál de estos es Thor?
Sí es inteligente comenzar a posicionar a nuevas generaciones o buscar nuevos perfiles frescos que ayuden a que este Universo siga existiendo. Los niños y las niñas de Nuevo Asgard es un claro ejemplo de esto.
Y bueno, lo de Portman siempre es un diez, el ángel que tiene, su compromiso con el tipo de humor y sobre todo el trabajo físico, realmente no es necesaria mucha explicación: ella está ahí porque tiene que estar, es claramente una de las grandes estrellas de Hollywood.
Thor: Amor y Trueno (que su título se explica en la última escena de la película) es una vuelta a las bases del personaje en su modo Ragnarok, y a la vez una flecha apuntada hacia lo que viene más adelante. Con una caterva de personajes secundarios al nivel del protagonista, y un gran antagonista que cae en la maldición del MCU, esta cuarta parte se hace divertida y pasatista pero nos hace pensar «¿cuánto más puede avanzar este personaje?».
La escena post-créditos puede dar algunas señales hacia donde, y si eso entra en conflicto con los peligros multiversales de esta fase del MCU puede llegar a ser muy interesante de ver.
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