Vuela vuela, no hace falta equipaje
El productor ejecutivo Steven Spielberg revive el cine catástrofe de alto presupuesto con una secuela de un clásico de los noventas que se apalanca en grandes efectos visuales y el magnetismo de uno de sus protagonistas, el hoy-muy-requerido Glen Powell. Esto es Tornados.
¿De qué va?
Daisy Edgar-Jones interpreta a Kate Cooper, una ex cazadora de tormentas perseguida por un devastador encuentro con un tornado durante sus años universitarios. Ahora estudia los patrones de tormentas en las pantallas de forma segura en la ciudad de Nueva York. Su amigo Javi la atrae de regreso a las llanuras abiertas para probar un nuevo e innovador sistema de seguimiento. Allí se cruza con Tyler Owens (Glen Powell), imprudente superestrella de las redes que disfruta publicando sus aventuras persiguiendo tormentas.
En tiempos post-pandémicos el cine de entretenimiento de Estados Unidos está intentando encontrar su camino. Los malos resultados en taquilla de los últimos grandes tanques puso un alerta, pero allí aparecieron los productores de la saga de Jurassic World para intentar cambiar el panorama.
La película puede llamarse como la original de hace muchas décadas, convive en el mismo universo, pero es algo fresco y original. Como la anterior, busca utilizar la ciencia y la explicación científica para finalizar en un pandemonium de vientos huracanados.
En este caso, la protagonista sufre en carne propia el ataque de un tornado al intentar estudiarlo. Ese hecho la encuentra cinco años después detrás de un escritorio y depresiva. La llegada de uno de los sobrevivientes la vuelve a acercar a la aventura.
Luego de un primer acto efectivo y poderoso, aparece el otro protagonista: el hombre del momento en Hollywood. Powell recupera la pose de canchero de Anyone but you, y tarda en convertirse en un personaje interesante.
Mientras tanto, todo reside en las espaldas de Edgar-Jones que interpreta a una heroína compleja, poderosa y sensible. Cuando comenzamos a escarbar en los orígenes de Powell, todo comienza a mejorar
En una suerte de ingeniería de laboratorio, Tornados tiene pocas secuencias de cine catástrofe, pero en los lugares necesarios y con un gran despliegue visual. Como sucedía en la primera Jurassic Park, uno creía haber visto a los dinosaurios más tiempo del que realmente aparecían.
Aquí, se imita el mismo esquema. La potencia de las secuencias de tornados permiten darle entidad y protagonismo, pero de fondo todo se reduce al camino de Kate por perdonarse y recuperar su vida.
El otro acierto de Tornados es colar la cuestión social. Las consecuencias sobre los pueblos arrasados, y las estrategias poco morales de ciertos empresarios aparecen inteligentemente en el relato. Tanto, que convierten al personaje y su accionar.
Tornados es una sana excusa para meterse en una sala a maravillarse con un espectáculo visual. Una forma de aterrarse y sentir tensión, pero sin poner en peligro el cuerpo. Una de las razones por las que existe el género de catástrofe.
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