Vermin – La Plaga: no apta para aracnofóbicos

por | 26-04-2024 | Cine, Reseñas | 0 Comentarios

Arañas que pueden columpiar elefantes

El subgénero de animales asesinos había quedado relegado a las producciones más bizarras. El éxito de propuestas como Sharknado (con tiburones que viajan en tornados y pueden romper el espacio-tiempo), le quitaron terror y solemnidad. Pero desde tierras francesas llega Vermin: La Plaga, para discutir eso. Arañas que dan miedo.

¿De qué va?

Kaleb está a punto de cumplir 30 años y nunca se ha sentido tan solo. En medio de una disputa con su hermana por cuestiones de herencia y habiendo cortado lazos con su mejor amigo, su vida da un giro inesperado. Como amante de los animales exóticos, un día llega a casa con una araña sumamente venenosa que accidentalmente escapa. Pronto, estas criaturas se reproducen sin control y los habitantes del edificio se ven obligados a enfrentar una peligrosa plaga que amenaza con salirse de control.

El cine es catártico, nos permite enfrentar miedos desde la seguridad de la pantalla y la ficción. Pero también es un espacio de fascinación por lo prohibido. Hay algo en temerle a los animales que pueden asesinarnos. Es ancestral y atávico.

Durante muchos años, las películas de animales aterradores lograron capitalizar ese miedo y que resulte en taquilla: tiburones, orcas, cocodrilos, anacondas, arañas… Cada uno de estos depredadores tienen en su haber una “película seria de culto” que nos devolvió el terror en un verosímil cada vez más citadino.

Pero eso cambió con la llegada del nuevo milenio. Los tiburones pasaron a ser cada vez más bizarros, con escualos en tornados, hielo, arena, de tres a cinco cabezas; también sucedió con los cocodrilos, que terminaron luchando con mega boas en muy pobres efectos visuales.

Eso sí, la diversión por los vfxs baratos y el pobre presupuesto se volvió un valor en sí mismo.

Pero se extrañaba volver a las bases. Y eso ofrece Vermin: La Plaga, un gran debut como director de Sébastien Vaniček.

La película, que tuvo un muy buen paso por el festival de Sitges (en donde se enfrentó y perdió con la argentina -y nos ponemos de pie- Cuando Acecha la Maldad, del gigante Demian Rugna), logra un retorno con regusto a revancha para el terror con animales.

No quiere decir que sea solemne tampoco, es inevitable tener situaciones ridículas o que puedan llegar a causar gracia, pero la búsqueda es terrorífica.

Y funciona no sólo por las arañas, sino también el espacio. Una suerte de remake de Attack the Block que nos mete de lleno en paredes grises y monumentos de lo amuchado que se convierte en un lugar ideal para la dinámica de presa y cazador.

Eso también le da otro tono, diferente a las películas de Estados Unidos. No existen lugares como Dock Sud en América del Norte.

Las arañas crecen, se reproducen a un ritmo anormal y van estableciéndose a paso lento pero firme, creando un halo de tensión que permite que nos vayamos incomodando.

Quizás lo menos logrado es empatizar con los personajes. Se nota el trabajo para tridimensionalizarlos, pero nunca llega a ser tan potente, porque la amenaza y ataque de los arácnidos se llevan todo el foco. Al final, no llegan a importarnos tanto, y quizás eso hubiese subido aún más la vara.

Obviamente Vermin: La Plaga nos remite directamente a Aracnofobia, esa película que en los noventa -y durante la primavera del VHS- creó fobias nuevas en ocho patas a toda una generación; pero también dialoga con REC, con la aparición de las fuerzas de la ley no cómo solución sino como limpieza. Europa bebiendo de su propio cine de género.

Ahora, sólo queda observar si esto fue una botella arrojada al mar, o el inicio de una nueva manía por animales asesinos que sí dan miedo. Lo hicieron con Crawl (Infierno en la tormenta) hace algunos años, aún hay esperanzas de volver a horrorizarnos y maravillarnos con los depredadores de nuestra humanidad.

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Elian Aguilar
Escritor, cineasta, fanático de los comics, las peliculas y las series. Geek desde temprana edad, cuando descubrí que los kryptonianos podían morir y que existía la alegría a 24 fotogramas por segundo. Coleccionista acérrimo que no mide el espacio de sus colecciones. La revista Cine Fantástico y Bizarro me hace feliz y el Festival de Cine de Género Buenos Aires Rojo Sangre es mi lugar en el mundo.

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