Richard Linklater es hábil como director, elige sus proyectos en un estandarte de diversidad donde pocos artistas se le animan. En Cómplices del engaño suma a un hegemónico en alza (Glen Powell) para una comedia negra con una estructura precisa de guión, de esas que ya no sobran. Un pseudo-policía encubierto, una mentira que crece y una femme-fatale.

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