El clima desangelado en tiempos de nuevas narrativas
El Capitán América se convierte en el segundo personaje de Marvel en llegar a las cuatro películas en solitario dentro del MCU. Con cinco fases y más de 30 películas en su haber este universo parece haber llegado a su límite, ¿cuánto tiene para ofrecer el nuevo Capi en Capitán América: Un nuevo mundo?
¿De qué va?
Tras reunirse con el recientemente electo presidente de los Estados Unidos Thaddeus Ross, Sam se encuentra en medio de un conflicto internacional. Debe descubrir la razón de un nefasto complot mundial antes de que el verdadero artífice detrás del mismo haga que el mundo entero entre en caos.
Mucho ha cambiado desde el momento que Steve Rogers, el súper soldado conocido como Captain America decidió colgar los guantes y legarle su lugar a Sam Wilson, un hombre regular. Mucho cambió fuera y dentro de la pantalla.

Dentro de la diégesis el mundo sigue conmocionado por la presencia de un Celestial gigantesco en el medio del océano Índico, algo que parecía importar poco en las anteriores narrativas trasmedia del MCU. También, hace tres años que Sam trabaja como Captain America junto al nuevo Falcon, Joaquin Torres.
Con tecnología de Wakanda, el traje tiene nuevos gadgets que le permite estar a la altura, luego de haber decidido no tomar el suero de súper soldado en su serie propia. Mientras, Estados Unidos elige a su nuevo presidente Thadeus «Thunderbolt» Ross, el tipo que perseguía a Hulk desde Cemento.

Por fuera de la diégesis, la fase 5 de Marvel se siente cansada, finalizada antes de arrancar. La falta de una visión clara se suma al agotamiento de la sobre-exposición (ya son casi CUARENTA películas y varias series) llevando a la desidia del espectador promedio que antes vitoreaba hasta los trailers en la sala.
Capitán América: Un nuevo mundo es divertida, siempre pasa algo y el carisma de los actores (sobre todo Anthony Mackie, Danny Ramirez y por supuesto Harrison Ford) impregna a la pantalla de algo de verdad. Y a pesar de estar dentro de la foto general de este universo, intenta contar algo propio y único.

La película sorprende con dos villanos (dos y medio, a fuerza de la verdad) que incumplen -afortunadamente- la regla general y no son asesinados. Sidewinder (Giancarlo Esposito haciendo de él mismo) y Samuel Sterns (Tim Blake Nelson regresando tras su participación en The Incredible Hulk) son menos físicos, equilibrando la falta de «poder» del protagonista.
Así, la película intenta formar una suerte de thriller político alrededor de la soberanía del Celestial y los minerales extraños (uno que conocemos todos y es presentado acá) que existen en él, sumando algunos visos de escenas de acción más superheroícas.
Pero Capitán América: Un nuevo mundo, a pesar de ser correcta en varios momentos, nunca llega a «emocionar», un rasgo absolutamente subjetivo y que podría explicarse por el sentimiento personal. Pero no, el problema es que es una pieza irregular.

Los efectos visuales tienen momentos muy buenos y otros espantosos (la secuencia final, en su clímax tiene uno de los peores fondos verdes vistos), las peleas no llegan ni a los talones a las de Captain America: The Winter Soldier, incluso la primera secuencia se ve tosca y el traje parece de cosplay. Luego, en las siguientes secuencias, mejora.
Y sobre todo: no se juega por nada. El final, pasteurizado, ni siquiera aprovecha para darle un guiño al próximo estreno Thunderbolts*, y todo parece responder a la idea de «contentar a la máxima cantidad de gente posible». La escena post-créditos, demuestra la falta de planificación haciendo que todo sea poco claro y específico.
Capitán América: Un nuevo mundo es de esas películas que pasarán sin pena ni gloria, que quizás enganchemos y nos quedemos mirando. Capaz nos perdamos en los silencios y miradas de Harrison Ford o en las humoradas entre el protagonista y su sidekick. Pero esperábamos más.
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