Hello darkness, my old friend
Una ciudad oscura, violenta y lluviosa alberga lo peor de la sociedad. En este lugar dos detectives enfrentan atrocidades casi bíblicas cuando un asesino serial decide poner un intrincado plan en marcha. Seven: Los Siete Pecados Capitales, la segunda película de David Fincher, vuelve a los cines.
¿De qué va?
Gula, avaricia, pereza, envidia, ira, orgullo, lujuria: todos tienen un pecado. Para los detectives William Somerset y David Mills, vivir entre estos pecados es una realidad diaria en una ciudad en ruinas y plagada de crímenes. Lo que empieza como un crimen extraño se convierte en una serie de asesinatos cuando un depredador llamado John Doe comienza a ejecutar a sus víctimas, rindiendo homenaje al «pecado mortal» que representan.
David Fincher es hoy uno de los directores más importantes de la escena, pero para 1997 había intentado entrar al mainstream con Alien3 y todo había sido decepción. Su segunda película debía ser su pasaje al reconocimiento, o quizás todo quedaría en la nada.

Con una estética sucia y derruida -una constante bandera del director en varias de sus obras- apareció en 1997 Seven: Los Siete Pecados Capitales, una suerte de policial negro con dosis de morbo y desesperanza que reconvirtió la carrera de su protagonista Brad Pitt para siempre.
La película sorprende al día de hoy por lo adelantada a su época. La figura del asesino mesiánico y una sociedad apática frente al dolor ajeno, parecía -hace 30 años- una distopía. Hoy es otro martes cualquiera.

A nivel fotografía y dirección la película es una obra de arte. Cada plano, tiempo, profundidad, elementos dentro de la puesta en escena, etc., están pensados milimétricamente. Hasta una puerta semiabierta al costado izquierdo de un cuadro con poca profundidad de campo puede funcionar como elemento de hondura.
Howard Shore con la banda sonora hace que -junto a la estética oscura, monocromática y húmeda- todo sea nerviosismo e incomodidad. Seven: Los Siete Pecados Capitales no es una película pasatista, es una experiencia inmersiva angustiante.

Al trabajo de Brad Pitt se suma la sapiencia de Morgan Freeman, con un personaje complejo pero querible; Gwyneth Paltrow como la voz sensata de un mundo enloquecido y la aparición en el tercer acto del hoy cancelado Kevin Spacey, con una nueva lectura de su personaje a la luz de su vida personal.
La cantidad de locaciones, el esmerado trabajo de arte y fotografía en cada una de ellas, los rincones exteriores (similares al cine noir, o a la Gotham de Batman) y un final en un espacio totalmente diferente al conocido, colocan a la película en una amplitud de alcance imposible de recrear en el mundo de pantallas verdes de hoy día.

Volver a vivir Seven: Los Siete Pecados Capitales en cines es el recordatorio de cuán rápido se modificó la manera de realizar las producciones audiovisuales actuales. La pacatería intelectual y moral, el apuro en los días de rodaje y post-producción de efectos visuales, y el poco compromiso de los actores se vuelven más claros al contraponer lo nuevo con lo de hace 30 años.
David Fincher en su segundo trabajo como director de largometrajes consiguió articular una obra imperecedera, incómoda, visualmente ostentosa y morbosamente precisa. Un policial donde no hay buenos o malos, solo un eterno transitar por el infierno de Dante.
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