Cuando el demonio llama: ni Lali atendió

por | 30-05-2025 | Cine, Reseñas | 0 Comentarios

El exorcismo found footage new age

En Argentina el subgénero de los exorcismos es de los más exitosos, sea cual fuese su exponente. En cines se estrena una película que combina al demonio con el found footage -decisión estética que transformó al terror en Paranormal Activity y The Blair Witch Project-, se trata de Cuando el demonio llama. Pero, ¿funciona?

¿De qué va?

Basada en hechos reales, Cuando el Demonio Llama es una película de terror en formato found footage que narra el caso extremo de posesión demoníaca vivido por Anna, una joven cuya salvación depende de una única cosa: descubrir el nombre del ente que la habita. Filmada como una única toma continua y sin cortes aparentes, la película se sumerge en el horror desde la primera escena, siguiendo en tiempo real el intento desesperado de su esposo David y un grupo de exorcistas por rescatarla.

Siempre es celebratorio que se estrene en salas comerciales un título independiente, entre tanta franquicia y producto sobre hormonado, ver el primer trabajo de un artista es una brisa de aire fresco. Claro que eso no siempre sale bien.

Los hermanos italoamericanos Carmelo y Nicholas Chimera apostaron por lo simple: la historia de una mujer poseída por un demonio, un esposo desesperado y un grupo de curas que se encargan de resolver esos problemas.

Para eso eligieron dos caminos estéticos, por un lado el found footage (técnica que emula la existencia de una cámara real que sigue a los protagonistas y que apuesta -e intensifica- el sentimiento de «realidad de lo que estamos viendo») y por otro el plano secuencia (estilo que emula la sensación que la cámara nunca se detiene, dando una idea de fluidez y «tiempo real»).

Pero claro, aunque se consideran estas herramientas audiovisuales como forma simple de realización («ponemos a uno con una cámara siguiendo todo, y ya») requieren un trabajo potente en la iluminación (cada lugar tiene diferentes puestas de luz), en la planificación (todo se vuelve una suerte de baile coreografiado) y en la actuación (si algún actor/actriz equivoca su línea o queda mal en su marcación, todo arranca de cero).

Si a eso le sumamos que hay que lograr buenos planos sin que parezcan «puestos» (ya que la idea es que una persona desesperada en una situación extraordinaria no va a estar acomodando el plano para que quede lindo), estamos frente a un escenario de expertise en el que no todo el mundo sale airoso. Eso sucede con Cuando el demonio llama.

Desde lo narrativo, la película va a lo seguro. Nada tiene una doble lectura o alguna disrupción en las reglas del subgénero. La única «sorpresa» se adivina en la primera secuencia, que -torpemente- está puesta para explicar cosas, restando asombro cuando la narrativa decide sacarlo a la luz.

Desde lo realizativo todo se siente amateur. Lo burdo, lo mersa y lo simplista están a la orden del día. No hay un juego inteligente con el fuera de campo, los «sustos» se adivinan siempre antes que ocurran y la imagen tiene tan poco trabajo de fotografía que se ve pastosa e insípida.

Pero el gran problema de Cuando el demonio llama son sus actuaciones. En total aparecen siete personajes (una muestra de lo independiente de la propuesta), el 80% parece haber sido algún amigo o familiar que decidió sumarse al proyecto. La falta de tridimensionalidad, verdad en las palabras y corporalidad frente a la cámara es apabullante, no permitiendo que uno entre a lo que se está contando.

Una ópera prima es una apuesta, no siempre sale bien la primera vez. Cuando el demonio llama es una obra fallida, un experimento bienintencionado que naufraga en la inexperiencia de quienes la llevaron a cabo. Otra muestra que importamos peores cosas de las que podemos producir. Si sólo existiese el INCAA…

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Elian Aguilar
Escritor, cineasta, fanático de los comics, las peliculas y las series. Geek desde temprana edad, cuando descubrí que los kryptonianos podían morir y que existía la alegría a 24 fotogramas por segundo. Coleccionista acérrimo que no mide el espacio de sus colecciones. La revista Cine Fantástico y Bizarro me hace feliz y el Festival de Cine de Género Buenos Aires Rojo Sangre es mi lugar en el mundo.

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